El equipo de Radio Bulgaria que visitó la comunidad ortodoxa Natalicio de la Virgen María, en Ginebra, tuvo el placer de reunirse con Ventseslav Sabev, hijo del Prof. Todor Sabev, profesor de historia eclesiástica en el Seminario de Sofía y en la Academia de Teología san Clemente de Ojrid y autor del manual de historia eclesiástica. En 1979 el Prof. Sabev fue elegido vicesecretario general del Consejo Mundial de Iglesias y permaneció en este cargo durante 14 años: un alto reconocimiento para el teólogo búlgaro. Su hijo Ventsesalv Sabev llegó a Ginebra siendo niño y vive allí hasta hoy en día. ¿Qué es lo que le conservó como búlgaro y cristiano ortodoxo durante más de 45 años en esta ciudad multinacional y multirreligiosa?
“Era niño cuando mis padres me llevaron aquí, cuenta él. Gracias a la escuela búlgara y a iniciativas religiosas en el extranjero logré conservar el idioma y la espiritualidad. En Ginebra siempre ha habido un núcleo de unos diez búlgaros de distintas generaciones quienes creen que independientemente de la coyuntura política o de las posibilidades económicas debe haber misas en búlgaro cuando hay grandes fiestas religiosas”.
Guiados por esta idea ellos hicieron todo lo posible para organizar tales servicios. Una condición importante para crear una comunidad eclesiástica, a juicio de Ventseslav Sabev, es la presencia de la masa crítica de personas interesadas que están dispuestas a sacrificar su tiempo libre en su creación. Esto fue posible hace unos 10 años, cuando un mayor número de búlgaros se asentaron a vivir y trabajar en Ginebra y en la región. Él precia que a fecha de hoy hay casi 3 500 personas.

El factor más importante es el clérigo que desempeña un papel de unificador para una comunidad eclesiástica. De su personalidad depende si logrará reunir y unir a los búlgaros o no. Desde hace 10 años ya es un hecho la sinergia entre la Iglesia Búlgara en la persona de la Eparquía de Europa Occidental y Central, las personas que están interesadas en crear la comunidad, la escuela búlgara y la representación permanente ante la ONU. Ventseslav Sabev señala que aporta a su progreso el deseo de la gente de hacer realidad este sueño. A pesar de las dificultades las cosas sucedieron de la mejor manera posible y hoy la Comunidad Ortodoxa Natalicio de la Virgen María ya funciona.

“Desde luego, no todo sucede con facilidad. Hay un elemento personal, las personas tienen otros compromisos, algunos comienzan a apartarse después de los primeros problemas, hay disputas, pero lo importante es que este núcleo fue creado. Creo que hoy somos unas 50-60 personas que vienen regularmente, que se desvelan por la comunidad y luchan por ella”, dice Ventseslav Sabev.
Ginebra es el centro global de muchas organizaciones internacionales, donde se analizan los objetivos de la ONU para un desarrollo sostenible. El hecho de que la Iglesia Ortodoxa Búlgara tiene presencia jurídica allí es muy importante.

A pesar de que como asesor de algunas ONGs, universidades e instituciones académicas en Suiza, el Oriente Próximo y Asia Central Ventseslav Sabev se dedica precisamente al diálogo entre las instituciones él subraya: “Cuando hablamos de diálogo no debemos olvidar que para las instituciones resulta difícil hablar, pero cuando las personas comienzan a comunicarse, las almas se aproximan y la gente se aúna y todo llega a un buen término”.

Para el señor Sabev la vida religiosa de las comunidades ortodoxas búlgaras en el extranjero da a nuestros compatriotas algo que ninguna otra organización no puede dar: la posibilidad de rezar juntos y participar en las misas.
“En la comunicación religiosa entre los búlgaros veo la necesidad de estar juntos, de reunirse, es una cosa tomar café con amigos y otra poder rezar juntos. Es otra la energía y la educación que damos a nuestros hijos”, dice Ventseslav Sabev y explica que la lengua búlgara y la escritura, nuestra historia y la fe ortodoxa nos aúnan como búlgaros, pero al mismo tiempo dejan abiertos nuestros corazones para otros pueblos y culturas:
“Yo personalmente siempre busco los puentes, las cosas que nos unen en vez de los elementos que nos separan, dice él. Cada persona creyente, independientemente de la religión que profesa, es un embajador del bien. Cuando creemos en Dios, llevamos un mensaje de paz, entendimiento, amistad y caridad. Este es el poder que tenemos, nosotros, los creyentes. La ortodoxia conlleva algo más, que nosotros agregamos, pero lo primero que comunicamos es la paz y la caridad”.
Redactora Alexandra Karamijaleva
Traducido y publicado por Hristina Táseva
Fotos: Alexandra Karamihaleva
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