Bulgaria se extiende sobre un territorio muy pequeño pero cuenta con gran diversidad de paisajes y bellezas naturales. Tómense, por ejemplo, la montaña Ródope. Incluso los que han recorrido a lo largo y ancho sus colinas, nunca dejan de sorprenderse de su hermosura. Es el caso de Gavraíl Gavraílov y Alexándar Karadzhov. Los dos trotamundos empedernidos y amantes de la naturaleza silvestre decidieron compartir sus experiencias y lo visto durante sus largos vagabundeos por aquel rincón paradisíaco. Así, en el mercado búlgaro apareció su libro El Ródope: en busca de las raíces, lleno de bellas imágenes, que está a punto de convertirse en una guía útil para gente curiosa y de espíritu aventurero.
Sin embargo, para conocer mejor esta montaña magnética es preferible abandonar las carreteras bien asfaltadas y las rutas conocidas, llenarse de curiosidad por saber más y armarse de paciencia. Porque las verdaderas riquezas del macizo Ródope están ocultas en las aldeas y los caseríos remotos, sumidos en una especie de atemporalidad, en los parajes pintorescos pero de difícil acceso y, sobre todo, en los encuentros con los vecinos ancianos de los pueblos de la montaña que conservan la sabiduría de los siglos.
“Este monte está muy próximo a mi corazón no sólo porque mis raíces están en el Ródope, sino también por su magia y su gente increíble”, dice uno de los autores del libro, Gavraíl Gavraílov. Aventuras extremas en la naturaleza, presentación del patrimonio tracio y romano, itinerarios hasta castillos medievales, nuevas atracciones para los turistas y casas de huéspedes, y lo más importante: historias sobre rincones poco conocidos de este monte; todo ello está ofrecido de manera fascinante y acompañado por imágenes excepcionales capturadas por renombrados fotógrafos búlgaros. De la guía nos enteramos, además, de que los Ródope son un paraíso para los gourmets y los amantes del buen vino. Han sido incluidas las direcciones de bodegas de la región meridional del Ródope, incluidas las de Ogñánovo, Vinogradets, Ustina y Bréstovitsa.
“En el libro hay un tema relacionado con el vino y el pan, en que, además de al turismo vinícola, nos referimos al simbolismo del pan y el vino en la tradición cristiana difundida en los Ródope –prosigue Gavraíl– . Hablamos también de las llamadas casas del pan en la montaña. En ellas la gente se reúne como en las casas de cultura para el rito de amasar el pan, hornearlo y compartirlo con los demás. En Smolan ya hay una casa del pan, otras abrirán puertas próximamente también en Chepelare y en varias localidades más del Ródope. Un tema muy interesante al que hemos dedicado atención es el del pastoreo y sus símbolos. Antaño, por el monte se oía el tañido de los cencerros de cientos de rebaños que pastaban por sus prados, pero hoy en día cada vez menos personas se dedican a la cría de animales. Los símbolos con que asociamos el macizo Ródope son la gaita, el cheverme (el tradicional cordero asado sobre brazas), el yogur y los cencerros de las ovejas, o sea, todo lo que alguna vez formó parte de la vida de los pastores y de los habitantes serranos. Me gustaría que en la actualidad estos símbolos sean algo más que una mera atracción turística”.
Ojeando el libro el lector podrá conocer, por ejemplo, el origen del nombre de la famosa estación de esquí del Ródope, Pampórovo. Además, al final del volumen los autores han publicado un breve vocabulario búlgaro-rodopiano que recoge vocablos, refranes y expresiones típicas que siguen siendo parte del habla de la gente mayor de la zona.
“A los turistas les resulta difícil entenderlos cuando tratan de comunicarse con ellos –explica Gavraíl–. Nosotros queremos despertar la curiosidad del lector, moverle a preguntar a los nativos sobre las costumbres locales, relacionarse con ellos. Es muy importante no perder la curiosidad y la capacidad de hablar con los demás cara a cara. Es bueno aprender cosas interesantes sobre el Ródope, pero no navegando en Internet sino a través del contacto directo con los habitantes de los pequeños pueblos, que sí tienen qué enseñarnos”, dice en conclusión Gavraíl Gavraílov.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Mercurio Comerce 97 - Dobrich
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