El 15 de septiembre de 1946 la reina Juana, esposa del difunto Boris III, rey de Bulgaria, sufrió un doble golpe. Por referéndum, la monarquía fue rechazada en Bulgaria y el país fue proclamado república. La propia reina recibió del Gobierno el ultimátum de abandonar el país al día siguiente junto con sus hijos menores de edad: Simeón II, de nueve años, y la princesa María Luisa, de 13 años.
En el referéndum el 95% de los búlgaros votaron contra la monarquía. El pueblo debió ir acostumbrándose a semejantes resultados en las votaciones a lo largo de los 43 años subsiguientes, mientras el gobierno del país era ejercido invariablemente por el Partido Comunista.
En septiembre de 1946 Bulgaria, que formaba parte del bando de los países perdedores en la II Guerra Mundial, se encontraba de hecho ocupada por las tropas soviéticas y la votación en aquel referéndum distó mucho de lo que hoy entendemos por voto libre. Tras el biombo del gobierno de la coalición Frente de la Patria, el nuevo poder comunista no tenía reparo en actuar con dureza.
Desde diciembre de 1944 hasta abril de 1945 funcionó el llamado Tribunal del Pueblo, un tribunal extraordinario creado ad hoc para enjuiciar a figuras de la elite de Bulgaria, que no podían desaparecer así como así, como había sucedido con no pocas personalidades destacadas de Bulgaria.
Con ayuda de este tribunal extraordinario fueron aniquilados los regentes, más de la mitad de los diputados de la 35-ta Legislatura de la Asamblea Nacional, altos representantes de la Administración Pública y de la elite económica e intelectual del país.
En este contexto no había impedimento para declarar válidos los resultados de un referéndum, totalmente ilegítimo en sí. Según la Constitución de Tarnovo que regía a la sazón, semejante consulta popular no se podía celebrar, ya que contemplaba un cambio de la forma de gobierno del país. Por cierto, existía la posibilidad de cambiar el sistema convocando una Magna Asamblea Nacional, pero esta facultad le correspondía únicamente al monarca, que a la sazón tenía 9 años de edad.
Nada podía frenar la máquina de la propaganda que en la víspera de la votación manipulaba a la población. En aquel entonces no existía aún la televisión, la radio no tenía la difusión que la caracteriza hoy y, por ello, el principal canal para la propaganda política resultaron ser los periódicos. Éstos reflejaban un solo punto de vista, el del poder del Frente de la Patria, y una sola postura, de rechazo a la monarquía. En el país reinaba tal medo que hasta la Iglesia Ortodoxa se doblegó. Lo testimonia una carta de su reverencia Mijail, arzobispo de Dorostol, en la que él reconoce que fue suya la iniciativa de no mencionar más el nombre del rey durante la liturgia.
“En lo que se refiere a mi participación en el tema del referéndum, considero oportuno informarle que por iniciativa mía y del arzobispo de Vratsa, hace un mes el Santo Sínodo resolvió, sin sesionar, poner fin a la práctica de mencionar al rey durante la liturgia”.
A pesar de ser ilegítimo, el referéndum se celebró el 8 de septiembre de 1946. El 95,63% de los votos fueron a favor de la república. No obstante, la falsificación generalizada, los resultados no fueron recurridos.
Cabe destacar que la eliminación de las monarquías en los países vencidos en la Primera y en la Segunda guerras mundiales, fue un proceso geopolítico, dirigido en gran medida por los países vencedores. Además, en aquel entonces no se podía esperar un apoyo público muy amplio a la dinastía búlgara, que el pueblo asociaba con dos catástrofes nacionales.
El 15 de septiembre de 1946, la Asamblea Nacional Ordinaria proclamó Bulgaria república popular. Su presidencia fue asumida provisionalmente por Vasil Kolarov, quien ejercía a la vez la presidencia del Legislativo. La familia real debía abandonar el país al día siguiente. El 16 de septiembre la reina Juana y sus dos hijos se despidieron de Bulgaria y marcharon rumbo a Egipto.
La Fonoteca de Radio Nacional de Bulgaria conserva los recuerdos de la reina Juana de las últimas horas de la familia en Bulgaria, que resumimos a continuación:
“El 16 de septiembre partimos para Estambul, donde los turcos nos acogieron con gran amabilidad. Marchamos a Alejandría, donde residían a la sazón mi madre, la reina Elena, y mi padre, el rey Víctor Emmanuel. Simeón no hablaba inglés y por eso lo matriculamos en el Victoria College, el mayor al norte de África. Permaneció el tiempo necesario allí y aprendió el inglés a la perfección.
¿Y le despidieron a la hora de marchar de Bulgaria?
Vinieron a despedirnos dos o tres personas. Una de ellas fue el profesor Venelin Ganev, que habí sido regente.
¿Y le despidieron con buenas palabras?
No había quien lo hiciera. Nos autorizaron que dos personas, un general y otras dos personas, nos acompañaran hasta Alejandría. Luego ellos se marcharon.
¿Cómo asumieron el viaje Simeón y su hermana María Luisa?
Ya sabe cómo son los niños. Les interesa todo, no dejan de mirar a su alrededor.
¿Tenían ellos la sensación de abandonar el país por largo tiempo?
Lo sabían, desde luego, y lo sabía también yo, a ciencia cierta.
Esta entrevista a la reina Juana fue hecha por la periodista Aglaya Kotseva.
El referéndum de 1946 fue uno de los actos por los que fue liquidada la estatidad búlgara porque, según evidencia nuestra historia reciente, las fuerzas externas que han atentado contra la monarquía siempre lo han hecho con el propósito de desestabilizar el Estado e imponer su influencia en él.
Versión en español por Raina Petkova
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