Asia es una chica encantadora de 9 años de edad que estudia en el cuarto grado. Dice que le gusta ir al cole y sus asignaturas preferidas son las matemáticas y el inglés. Sueña con ser dentista algún día y reconoce que no teme sentarse en el sillón del estomatólogo. Con cierta dosis de preocupación, pero también con alegría, nos muestra la fluidez con la que lee el último cuento que acaban de estudiar en la escuela, “El ojo izquierdo del rey”.
Seguramente se preguntan: ¿qué hay tan especial en todo esto? Lo “especial” es que Asia es de origen romaní, y para nadie es secreto que los sueños de los niños de esa comunidad pocas veces superan los límites de su existencia poco alegre.
Las diferentes estadísticas también nos bombardean constantemente con números, según los que más del 75% de los niños romaníes no termina la escuela media. Por esto Asia es más bien una excepción. Junto con otros 11 pequeños ella va a clases opcionales por las tardes en el barrio gitano Fakulteta, donde preparan sus deberes escolares para el día siguiente. El centro fue creado a propuesta de los líderes romaníes locales con el apoyo de tres entusiastas, entre ellos el abogado Petromir Kanchev. Los tres desarrollaron el proyecto "Llévame a la escuela" cuyo objetivo principal es prevenir el abandono escolar temprano en medio de los niños romaníes. Más tarde crearon la fundación “Creación” que apoya y desarrolla el proyecto. Petromir nos explica más sobre lo que les ha movido a realizar el proyecto.
“Los búlgaros nos quejamos de los romaníes: de que son sucios, de que cometen delitos, de sus carros tirados por caballos, de que en las elecciones venden su voto. Sin embargo, antes de quejarnos debemos acordarnos que no es el Estado, sino somos nosotros mismos, como personas, los que hemos hecho poco por ellos. Uno tiene derecho a protestar, sólo si antes ha hecho algo. Creo que la educación es la única vía de que los romaníes cambien su modo de vida y salgan del duro día a día que tienen. Por supuesto, el efecto de la educación es muy lento, se necesitan años para producir un resultado. Nos damos cuenta que si hubiéramos empezado en 1990, hoy podríamos tener una clase de romaníes bien formados y educados, profesionales como médicos, profesores, y no solo músicos, una esfera en la que son realmente buenos. Es importante que tengan personalidades destacadas entre ellos que podrían representar la sociedad romaní en el poder. Por esto hemos decidido que ya que no habíamos empezado hace 20 años, hacerlo ahora para no tener remordimientos de nuevo después de otros 20 años. Empezamos con algo muy pequeño que es el proyecto "Llévame a la escuela".
El presupuesto del proyecto es de 5000 euros, donados por la iglesia finlandesa “Usi Pesola”. El dinero se destina a financiar los sueldos de las dos profesoras que trabajan ahí y también para trasportar los niños con autobús a la escuela. El Banco de Alimentos Búlgaro por su parte asegura las comidas y las meriendas de los pequeños. “Es un estímulo adicional para que los padres envíen a su niños a la escuela, porque les proporcionamos dos comidas”, explica Petromir. El centro de clases opcionales está situado en una de las iglesias romaníes del barrio. “Lo bueno del proyecto es que es de romaníes para romaníes, o sea, todo lo hacen ellos mismos”, añade él. Las dos profesoras también son de la comunidad gitana. Una de ellas se llama Zlatka y tiene 23 años de edad. Con orgullo señala que se ha graduado de la escuela media profesional en la especialidad de producción de pan y dulces. Sueña con seguir estudiando y quiere ser pediatra algún día. Explica que está casada, pero que todavía no tiene hijos y esto le permite dedicar su tiempo a los niños del centro.
“Siempre he soñado que los niños romaníes empiecen a crecer en la sociedad, y no como ahora que se casan a los 12 o13 años de edad, tienen dos o tres niños y ahí acaban sus vidas”, dice Zlatka. Me gustaría que nuestros niños siguieran estudiando, de ser posible, incluso después de la escuela media. Esto es realmente muy importante, porque hoy en día, incluso para trabajar como limpiadora se exige un diploma de enseñanza media. Si no, uno no puede encontrar trabajo”.
Petromir explica que los niños que van al centro vienen motivados y deseosos de estudiar y aprender. Lo confirman los buenos resultados que han conseguido en el año desde que el proyecto está en acción. Krasi, de 10 años de edad, también es una de las chicas que va al centro. Señala que sus asignaturas preferidas son la literatura, las matemáticas y la educación física.
“Me gusta mucho, aquí nos ayudan a preparar nuestras tareas para el cole. Tengo muy buenas notas en la escuela. Quiero ser médico algún día, para ayudar a la gente”.
Gracias a la ayuda de profesores voluntarios desde este año para los niños se organizarán cursos de informática e inglés. Los estudiantes de mayor edad tendrán la oportunidad de aprender algún oficio. Petromir no esconde sus ambiciones de desarrollar en el futuro un nuevo proyecto que sería destinado a apoyar a los niños romaníes que se hayan atrevido a estudiar en una universidad búlgara o extranjera.
Versión en español por Ruslana Valtcheva
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