Los genes europeos son predominantes en el perfil del búlgaro contemporáneo. Son las conclusiones de un estudio de gran escala de científicos nacionales y extranjeros, finalizado recientemente, que una vez más ha refutado la teoría generalizada de que la población en el territorio de la Bulgaria moderna es de origen túrquico. Resulta que los genes túrquicos de los búlgaros son apenas un 1,5 %.
Túrquica o europea, ¿cuál es, en definitiva, la procedencia de los búlgaros? El que los protobúlgaros provienen de las tierras de la antigua Asia es un hecho conocido. Últimamente, basándose en profundas investigaciones, en Bulgaria va afirmándose la hipótesis de que nuestros ancestros no llegaron de Altái ni de las regiones del norte del Cáucaso, pobladas por tribus hunas y túrquico-altaicas, sino del actual Irán y de la cordillera del Pamir, de población predominantemente indoeuropea. En el siglo VII se asentaron en el territorio de la actual Bulgaria mezclándose con la población local eslava.
La teoría del origen europeo de los búlgaros es apoyada por los resultados del último estudio, el más amplio hasta el momento, realizado conjuntamente por genetistas, antropólogos y microbiólogos nacionales y sus colegas de la Universidad de Pavia, Italia. Los científicos son unánimes en que el búlgaro contemporáneo es más cercano a la población del norte de Grecia y del centro de Italia. Idénticos genes a los de los búlgaros tienen los macedonios. En la vecina occidental de Bulgaria, Serbia, no se han hecho investigaciones similares, por esto no existen datos concretos hasta qué punto son próximos los dos pueblos. Al mismo tiempo distamos genéticamente de los bielorrusos y los rusos, que en la época socialista eran presentados como nuestros hermanos de sangre eslava más cercanos.
“La gente puede tener proximidad de lenguas mas no similitudes genéticas – dice el académico Ánguel Gálubov, del Instituto de Microbiología adscrito a la Academia Búlgara de Ciencias –. Los búlgaros somos distantes de algunos pueblos eslavos como el ruso, el esloveno, el checo y el eslovaco, y aún más de la población escandinava y de los pueblos de habla alemana, pero por el genoma mitocondrial resulta que somos cercanos a los habitantes del norte de Grecia, Croacia e Italia. Al mismo tiempo, tenemos menos del 1,5% de la llamada característica genética altaico-mongola de los pueblos de habla túrquica de Asia Central”.
La conclusión es que los búlgaros tenemos tanto raíces mediterráneas, debidas a los tracios que en la antigüedad poblaron las que son hoy tierras búlgaras, como influencia oriental, pero no túrquica sino indoeuropea, relacionada con la presencia de los protobúlgaros y los eslavos. Otro detalle curioso del estudio es que los cinco siglos de dominio otomano no afectaron las características genéticas de los búlgaros.
¿Cuál es la explicación?
“Hubo más bien una transmisión de sangre búlgara hacia la población turca a través del devshirme (la práctica por la cual el Imperio otomano reclutaba a niños de familias cristianas, para ser entrenados como soldados jenízaros) y el secuestro de jóvenes búlgaras, y no al revés –afirma el académico Ánguel Gálabov –. El pueblo búlgaro no se mezcló con los turcos. La moral en la Edad Media preservó la pureza de la sangre de la población nacional. Nuestros estudios genéticos muestran de manera categórica que genéticamente los búlgaros contemporáneos son bastante distantes de los turcos y que no tenemos “suplementos genéticos” de los tiempos de la opresión otomana”.
Los científicos hablan de un perfil bastante homogéneo de los búlgaros contemporáneos, que no son un revoltijo caótico de genes dejados por todos los pueblos que pasaron por estas tierras milenarias, ni tienen raíces túrquicas, hunas o eslavas. A pesar de ser un pueblo de habla eslava, en nuestras venas corre sangre europea. “La investigación del ADN de muestras de los siglos IX a X, tomadas de tumbas de la región, confirma esta tesis” – dice en conclusión el académico Ánguel Gálabov.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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