¿Stafana, Ivanka, Petrana o Nikol, Jaklin, Katrin? ¿Gueorgui, Nikolai, Hristo o David, Antoan, Alex? ¿Por qué en estos últimos años los búlgaros han empezado a poner en forma masiva a sus hijos nombres extranjeros, extraños para la cultura búlgara, y que incluso a veces provocan perplejidad? La respuesta está en una sola palabra: la moda. Está de moda que la hija se llame Deniz, por ejemplo, no obstante que por regla los nombres femeninos en la lengua búlgara acaban en “a” y que la niña muchas veces se verá en situaciones embarazosas. Sin embargo, existe también la tendencia opuesta relacionada con el redescubrimiento de nombres búlgaros antiguos sacados de los libros de historia.
Los especialistas en lengua búlgara son unánimes que dentro de algunos años será cada vez más difícil reconocer a los búlgaros por sus nombres. Esto se ve ya al entrar en la sala de clases de una escuela. Uno queda asombrado ante la cantidad de chicas que llevan los nombres Victoria, Alexandra y Gabriela. Últimamente están de moda también los nombres cortos, minimalistas, como Nia, Aia, Dea para las niñas, y Nick, Deo y Alex para los varones.
Cuando se trata de elegir un nombre para el recién nacido, los búlgaros están abiertos a toda opción exótica. Como resultado de ello, nombres bellos típicos de la cultura búlgara, como Iordan, Todor, Vasil y Atanas pasan en segundo plano. La buena nueva es que últimamente se observa un interés reforzado por nuestras raíces históricas. Como resultado de ello, los búlgaros han empezado a poner a sus hijos nombres de reyes búlgaros como Tervel, Kaloian, Krum, Presian y Boris, entre otros. Se han puesto de moda también los nombres compuestos, típicos de los gobernantes búlgaros de la Edad Media como Ivan-Asen, Ivan-Alexandar, nos explica la catedrática Anna Choleva del Instituto de Lengua Búlgara adjunto a la Academia de Ciencias Búlgara. Según ella, la tradición centenaria de poner al hijo el nombre del abuelo o a la hija el de la abuela sigue siendo muy extendida, incluso hoy, pero se aplica con mayor frecuencia en los chicos, y habitualmente tienen ventaja los abuelos paternos en que, según la tradición, le pongan su nombre a un nieto o nieta.
“Hoy en día las tradiciones ya no son lo que eran”, dice la catedrática Choleva. “Cada vez menos jóvenes contraen matrimonio y no se sienten obligados a continuar la tradición. Eligen los nombres que les parezcan, guiados por la moda del momento. No hay que olvidar, sin embargo, que ésta es una tendencia global. Al ponerle un nombre según el modelo occidental, los búlgaros piensan que así su hija o hijo prosperará en la vida.”
El deseo de muchos de asegurar al recién nacido un nombre cosmopolita que le ayude a realizarse con éxito en el extranjero ha llevado a curiosas y perdurables transformaciones de algunos nombre búlgaros muy extendidos. Por ejemplo, Nikolina se ha convertido en Nikol, Stefanka en Stefani, e Ivanka en Ioana. Por otra parte, los nombres femeninos más comunes en Bulgaria siguen siendo Kalina, Raia, Elena, Desislava. Sin embargo, en general, somos mucho más conservadores con respecto a los nombres masculinos. Los nombres masculinos más extendidos en Bulgaria siguen siendo Iván, Dimitar, Nikola, Stefan y Gueorgui, entre otros.
“Desde tiempos antiguos siempre se ha creído en la fuerza mágica del nombre, que se daba como una especie de buen augurio. Esto sigue válido hoy también”, dice la catedrática Choleva”. Esto explica la popularidad de nombres relacionados con la belleza como Rumiana (que significa algo así como mujer de mejillas sonrosadas), o nombres de flores y plantas como Iavor (que es la palabra búlgara para la especie acer), Iasen (fresno, en español), Tsvetelina (que proviene de la palabra búlgara “tsvete” que significa “flor” en español).
Versión en español por Ruslana Valtcheva
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