Las elecciones parlamentarias en 2001 resultaban cruciales para el escenario político de Bulgaria. El triunfador que ponía fin al modelo de gobierno bipolar en la historia más reciente de Bulgaria fue el Movimiento Nacional Simeón II, creado y presidido por el zar búlgaro Simeón de Sajonia Coburgo y Gotha, retornado a la patria tras un largo exilio. La victoria lograda el 17 de junio se debió, en gran medida, a la decepción de los búlgaros por las dolorosas reformas y el precio que por ellas pagaban y, al mismo tiempo, al populismo de los nuevos candidatos a gobernar Bulgaria quienes prometían un aumento en flecha del nivel de vida y “una nueva moral y honestidad en todo”.
El 6 de abril de 2001, dos meses antes de las elecciones, Simeón II pronunciaba su famoso discurso sobre los 800 días de gestión, que los búlgaros no lograron entender en su integridad pero que lo acogieron en la forma en que les gustaría que las cosas ocurrieran.
“A través de este mensaje que dirijo a Vds. siento el principio del Movimiento Nacional Simeón II en aras de tres ideas de principio. Primero, lograr un cambio rápido y cualitativo en la calidad de vida en el país por medio de una economía de mercado que funcione y el aumento del flujo de inversiones en Bulgaria hechas con cuantiosos capitales mundiales. Estoy dispuesto a proponer un esquema de medidas económicas y de colaboración económica y social a raíz de las cuales, dentro de 800 días, a más tardar, la proverbial laboriosidad y el espíritu emprendedor de nuestros compatriotas habrán cambiado su vida. Segundo, romperemos con el populismo y el nepotismo políticos para mancomunar a la nación búlgara en torno a nuestros valores e ideales ancestrales que han conservado la grandeza de Bulgaria a través de los siglos. Tercero, implementaremos reglas e instituciones que apunten a erradicar la corrupción que se ha convertido en enemigo número 1 de Bulgaria, abocando al pueblo a la pobreza y rechazando los capitales extranjeros de importancia vital para el país”.
A los búlgaros les gustó en aquel discurso el que la laboriosidad se colocara en la base del cambio que prometía el gobierno de Simeón II y que la corrupción fuera a ser atajada. Así que comenzaron a ir contando los 800 días esperando que aquellas promesas se volvieran realidad. La defraudación, empero, no se hizo esperar, y Simeón de Sajonia Coburgo y Gotha explicaría luego los descalabros de su gestión con “el chip erróneo en la cabeza del búlgaro”. Parece improbable que se hubiera imaginado que se llegaría hasta ahí en la noche posterior a los comicios en que festejaba su triunfo: “El Movimiento Nacional Simeón II aspirará a formar un Gobierno de coalición con las fuerzas políticas que compartan las ideas esenciales de nuestro programa: crecimiento económico sostenible, materialización acelerada del objetivo de acceder a la UE y a la OTAN, la eliminación de la corrupción, responsabilidad aumentada de quien ejerza el poder en el país, legislación estable y conforme con las normas europeas.”
Para cumplir este programa el Movimiento Nacional Simeón II que había triunfado convincentemente en las elecciones se vio obligado a arrancar su gestión en coalición, porque le había faltado un solo escaño para tener la mayoría absoluta. Las negociaciones para formar coalición con la Unión de Fuerzas Democráticas resultaron infructuosas y así se convirtió en socio de la coalición el Movimiento por Derechos y Libertades, “el factor insoslayable” en la política búlgara.
El Movimiento Nacional Simeón II resultó victorioso en las elecciones también por su plan que recogía bastantes propuestas buenas: mantener déficit presupuestario nulo, lograr una rápida privatización, impuesto cero sobre beneficios reinvertidos etc. Durante el mandato de ese Gobierno, Bulgaria consiguió materializar sus dos objetivos políticos exteriores más importantes por los que venía luchando desde el año 1990. Así en 2004, Bulgaria accedió a miembro de la OTAN, y en 2005, el país firmaba su Tratado de Adhesión a la UE.
Paralelamente a los éxitos logrados en la arena internacional, en el plano interno hubo una serie de deficiencias: Administración Pública inflada sin razón, clientelismo, falta de reformas en sectores públicos clave, escándalos desatados en las transacciones de privatización de la Compañía Nacional de Telecomunicaciones, la empresa tabacalera Bulgartabac y las sociedades distribuidoras de electricidad. No obstante ello, tambaleándose entre los éxitos en la palestra internacional y los fracasos dentro del país, el Gobierno de Simeón de Sajonia Coburgo y Gotha se mantuvo en el poder durante su mandado completo de 4 años.
Versión en español por Mijail Mijailov
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