Dos mil cincuenta personas menos de las que tiritan de frío en la calle ya andan arropadas con bufandas, gorros, guantes y calcetines tejidos a mano por benefactores de todo el país .Detrás de todo esto está una fundación que por cuarto año consecutivo consigue obsequiar con un poco de calor a las personas indigentes.
“Hay manera” es una organización no gubernamental que tiene por cometido socorrer a la gente sin techo en Bulgaria. Por tratarse de personas de destinos diferentes, la fundación se ha planteado sacarlas del anonimato. En su campaña “Socorre a un indigente”, la fundación narrará las historias conmovedoras de personas que se han visto metidas en la calle. Una de estas historias es la de un hombre que se ha convertido en una persona minusválida.
Él lleva varios años la vida de un indigente tras perder en un trágico accidente su sensibilidad y una de sus extremidades transformándose, en consecuencia, en persona no apta para el trabajo, dice Margarita Sokolova, presidenta de la fundación. Sus parientes, personas todas ellas socialmente vulnerables, no fueron capaces de atenderlo y lo abandonaron. La historia de este hombre conmueve muchísimo, ya que antes del accidente él había tenido la capacidad de mantenerse, de tener familia e hijo. Hoy desea recuperar la sensación de independencia y poder volver a trabajar. Quiere matricularse en curso de habilidades en el manejo de ordenadores y llegar a ser un programador o técnico de mantenimiento de equipos informáticos.
Por desgracia, acaban viviendo en la calle personas diferentes y nadie está a salvo de llegar a correr igual suerte.
Forman el grupo principal de las personas sin techo, precisamente, los menores de edad que, al cumplir la mayoría de edad, se ven metidos en la calle careciendo de habilidades profesionales, sin techo encima de sus cabezas y sin contar con el respaldo de familiares y parientes, dice Margarita Sokólova. Otro grupo es el de las personas que han perdido sus bienes raíces estafadas en fraudes inmobiliarios, las que se encuentran en una situación financiera complicada, incapaces de atender sus créditos bancarios. Es igualmente importante el número de la gente de la tercera edad, abandonada por sus parientes, y las aquejadas por trastornos psíquicos. No obstante ello, hay que decir que igualmente existe un pequeño grupo de indigentes que han aceptado como normal este modo de vida.
Nadie sabe cuántos son los indigentes en Bulgaria. En los centros de crisis de Sofía pueden pernoctar apenas unas 200 personas. La mayoría de los sin hogar, sin embargo, sigue viendo en la calle, ya que el Estado no se ofrece ni techo ni un empleo mínimo, explica Margarita Sokólova y agrega: Hay que trabajar con estas personas en forma concreta y continua para que no se sientan aisladas, hay que ir resolviendo sus problemas psicológicos que se van acumulando mientras viven en la calles, hay que alentarlas a que confíen en sí mismas y dar pasos más decididos para “zafarse” de su estado actual. Importan mucho que esas personas confíen en sus capacidades y cobren seguridad de que son capaces de cambiar su vida. Se trata, las más de las veces, de personas que han perdido la confianza en sí mismas y, por esto, a finales del mes en curso formaremos grupos para la terapia y la rehabilitación psicológica de tales personas en nuestros centros de crisis. Luego, promoveremos una campaña de recaudación de recursos para crear una empresa social en la que ofrecer empleo a personas sin techo. Se tratará, en un principio, de un grupo piloto integrado por una veintena de personas que tendrán empleo y remuneración fijos.
La prevención del riesgo de que uno se quede sin hogar es de mucha importancia, estima además, Margatira Sokólova y sugiere, como ejemplos, crear cláusulas preventivas a la hora de cobrar un crédito, ofrecer preferencias a los huérfanos que pretendan encontrar empleo y construir un mayor número de residencias de ancianos.
Nuestra tarea principal apunta a sensibilizar a la sociedad con los problemas de las personas sin hogar, ya que una buena parte de la gente se cree que se trata de indigentes con distintos tipos de dependencias: del alcohol, de las drogas y que, además, son personas que no sienten deseos de trabajar ni de luchar. Afortunadamente, la mayoría de los búlgaros se muestran compasivos con las personas sin techo, ya que son conscientes de que cualquiera pudiera correr esa suerte. Por esto, están dispuestos a dedicarles parte de su tiempo libre y de sus recursos para socorrer a las personas indigentes en Bulgaria, señala en conclusión Margarita Sokólova.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Cortesía de la fundación
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