El jueves la agencia informativa rusa TASS informaba, citando a representantes de la compañía rusa Rosatom que el Tribunal de Arbitraje, adscrito a la Cámara de Comercio Internacional en Ginebra había fallado a favor de la Atomstroyexport en el pleito con la Compañía Nacional de Electricidad de Bulgaria por la suspensión del proyecto de la planta nuclear de Bélene y que el tribunal había dictaminado que la Atomstroyexport recibiera compensaciones por daños y perjuicios del orden de 620 millones. El primer ministro, Boyko Borisov, y la ministra de Energía, Temenuzhka Petkova, anunciaron, por su parte, que el fallo contempla unos 550 millones de euros en concepto de compensaciones, los cuales, la Compañía Nacional de Electricidad deberá pagar por el equipamiento ya fabricado, pedido en 2008.
Veamos los antecedentes del caso. La saga de la planta nuclear de Bélene se inició hace 35 años. La “segunda planta atómica”, fruto de la amistad búlgaro-soviética debía haberse transformado en el orgullo energético de la Bulgaria socialista y, personalmente, de su primer dirigente estatal, Todor Yivkov. Un año después de los cambios iniciados en 1989, el proyecto, parcialmente llevado a la práctica, quedaba suspendido y, luego, resucitado en 2002 por el entonces primer ministro Simeón de Sajonia Coburho y Gotha. En el año 2006 tras unas licitaciones internacionales para la elección de tecnología y ejecutante del proyecto, el gobierno del entonces primer ministro Serguey Stanishev eligió a la Atomstroyexport para las obras de una central atómica completamente nueva, en vez de seguir con las obras de la ya iniciada. Los problemas surgieron con la llegada al poder del gobierno del partido GERB en 2009, cuando no se consiguió un acuerdo entre la Compañía Nacional de Electricidad de Bulgaria y la Atomstroyexport sobre el precio definitivo de la instalación nuclear de dos reactores de a mil megavatios y también trascendió que la parte búlgara tenía problemas con la financiación. Al final, la compañía energética germana RWE, que como socio de la CNE de Bulgaria tenía que acceder como accionista privado, con un 49 % de las acciones a la futura planta nuclear de Bélene, renunció a su participación. De esta manera se llegó a la segunda suspensión oficial del proyecto, en febrero de 2013, y a las pretensiones de la Atomstroyexport de recibir compensaciones del orden de 1200 millones de euros. El tribunal de arbitraje en Ginebra, empero, sólo ha reconocido los gastos hechos por la compañía rusa en el equipamiento fabricado ya. Todas las demás demandas: de una escalada de los gastos del proyecto, de beneficios no logrados, de gastos hechos al margen de lo pactado, entre otros, han sido rechazadas. La Compañía Nacional de Electricidad de Bulgaria se compromete así a pagar y a recibir el equipamiento fabricado, del orden de 550 millones de euros. La diferencia de 620 millones de euros, citados por la parte rusa, vienen de la contrademanda de la CNE de Bulgaria por no haber procedido la Atomstroyexport, conforme el contrato pactado, a recomprar, íntegramente, el equipamiento antiguo del solar de Bélene. De aquí en adelante se irán buscando las soluciones sobre qué hacer con el equipamiento disponible que cuesta quinientos millones de euros, aproximadamente. ¿Será vendido y a quién? ¿Se utilizará en alguna obra y en cuál? Se han salvado tanto la cabra como la berza. Esto sólo existe en los refranes pero, aparentemente, tal ha ocurrido con el fallo del Tribunal de Arbitraje en Ginebra con respecto al contencioso entre Bulgaria y Rusia. Ambas partes se han proclamado vencedoras en este pleito. La parte búlgara se considera tal ya que sólo pagará por el equipamiento que será suministrado, y la rusa, porque , con todo, el demandado ha sido obligado a pagar. La Compañía Nacional de Electricidad, por su parte, va a buscar el dinero.
Versión en español por Mijail Mijailov
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