El jueves de la semana en curso Temenuzhka Petkova, ministra búlgara de Energía, viajó a Moscú para entrevistarse con representantes de la dirección de la corporación estatal rusa de energía atómica Rosatom. Ésta, como dueño de la Atomstroyexport, condenó en junio pasado a la Compañía Nacional de Electricidad CNE, de Bulgaria, a pagar 620 millones de euros por el equipamiento fabricado para el proyecto de la planta nuclear de Bélene antes de quedar suspendido este proyecto.
El resultado de esta visita, en resumen, es que las parte búlgara y rusa, formarán un grupo de trabajo conjunto que examine las posibles variantes en el marco del proyecto Bélene tras el fallo del Tribunal de Arbitraje de Ginebra. Ahí precisamente aparecen los matices. Según el Ministerio de Energía de Bulgaria, los expertos deberán ir buscando de aquí en adelante una solución mutuamente ventajosa para ambas partes en los términos más cortos posibles. Sin embargo, según Kiril Komarov, primer subsecretario general de la Rosatom, esta compañía está dispuesta a debatir con sus contrapartes búlgaras las posibles variantes para resolver el problema en conformidad con los intereses de los dos países, pero única y exclusivamente en el contexto de la necesidad del pago, con la máxima rapidez y en lo que queda de año, de la deuda por parte de Bulgaria.
Esta idea de la parte rusa, empero, rechaza de plano la variante más largamente acariciada por los búlgaros de lograr un acuerdo conjunto para la venta del equipamiento a un tercer país. La ministra búlgara de Energía, además, le ha explicado a Komarov que Bulgaria mantiene contactos diarios con representantes de la CE por la aprobación de la ayuda estatal para la Compañía Nacional de Electricidad, en forma de un crédito exento de intereses. Estos trámites burocráticos durarán al menos dos meses. Mientras, cada día que pasa Bulgaria ha de pagar daños y perjuicios del orden de 167 mil euros. Esto es lo que le provoca el mayor quebradero de cabeza al viceprimer ministro búlgaro, Tomislav Donchev, quien ha explicado que lo más importante ahora es frenar la marcha del reloj de los intereses ya que, de no hacerlo, en un año se acumularía otra deuda, de 61 millones de euros. A juicio de Donchev, el Estado buscará una variante para la construcción de la planta nuclear de Bélene utilizando un procedimiento de privatización y, según el viceprimer ministro, existe la aprobación de la parte rusa para esta intención. Puede que sea cierto pero, con todo, lo primero que Bulgaria debe hacer es pagar la deuda que ya asciende a 630 millones de euros. Así es como los rusos ven la solución, y no como la vemos los búlgaros: pagando, primero 400 millones de euros hasta finales del año y, el resto, en forma reescalonada, en dos ocasiones, en 2017. Mientras, el reloj de los intereses inexorable, no deja de marchar. Ojalá, oigan también en Bruselas su tictaquear.
Versión en español por Mijail Mijailov
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