El mercado dominical de la ciudad de Kubrat, en la provincia de Razgrad, al noreste de Bulgaria, no es un lugar habitual para comprar. En el mercado la gente se reúne, intercambia información y recibe noticias de sus parientes que se encuentran en el extranjero. Aquí los vendedores y productores tienen clientes habituales, entre los cuales muchos minoristas de confianza.
Y la primavera es la época en la que todo el mundo se apresura a cavar en su jardín para preparar el huerto. Aquí, en el mercado de Kubrat, los productores de plántulas son bienvenidos en abril. Una de ellos es Hasie Deliibryamova, de la ciudad de Slivo Pole, en la provincia de Ruse, que se dedica a la producción de hortalizas desde hace 20 años.
Slivo Pole es conocida hace tiempo como centro de producción de vegetales de la región, con invernaderos que proveen sustento básico. Encontramos a Hasiye Deliibryamova hablando con personas satisfechas con las plántulas de tomate que le compraron el año pasado, y que ahora han venido a conocer las distintas variedades:
Soy productora de Slivo Pole, producimos plántulas de tomate al principio de la primavera. Las plantamos en nuestros invernaderos y vendemos una parte en el mercado. La producción de tomates en invernadero es nuestra principal actividad, y también cultivamos patatas. Vamos a los mercados para vender el producto. Nuestros invernaderos ocupan 0,3 hectáreas de tierra, y en temporada alta contratamos más trabajadores, cuenta Hasiye.
La primavera fría que ha habido en Bulgaria ha sido un desafío para los productores del noreste del país. Nuestros primeros pepinos se congelaron, explica Hasiya. Hubo un período de mucha nieve, no había electricidad y tuvimos que enfrentarnos a la situación. Aquí, en el mercado, cuento con la confianza de mis clientes, añade Hasiye, dando consejos a su hijo Sijan, que está junto a ella en el mercado de Kubrat.
La mujer explica que al principio no tuvieron valor para acogerse a los programas de subsidios, pero la vida te enseña, dice, y señala que obtienen subsidios por el Esquema de pago único de tierra. Ya que la familia posee 2 hectáreas de terreno con ciruelos y cultiva col, obtiene subsidios adicionales del programa de Desarrollo Rural 2014 – 2020 para el cultivo de antiguas variedades búlgaras de frutas y hortalizas.
Al despedirse, Hasiye dice: La plántula es como un niño. Hay que cultivarla a cierta temperatura; si hace mucho frío, darle la temperatura necesaria; si hace calor, reducirla. En lo que respecta al mercado, cada año es más difícil. Ahora hay más productores en el mercado que clientes.
Krasimir Chavdarov, que vende plántulas de tomate con su hijo, también es de Slivo Pole:
Tenemos 9 invernaderos y producimos sobre todo variedades tempranas de tomate, pimiento y pepino. Luego vendemos nuestros productos principalmente en el mercado de Ruse. Hace 20 años que soy productor de hortalizas. Con los años se hace más difícil, porque las importaciones extranjeras obstaculizan la producción local. Toda la familia trabaja en los invernaderos, y sólo contratamos temporeros en la intensa temporada de verano. En nuestro sector todo es muy caro: semillas, fertilizante… pero lo más caro es el trabajo. El invierno nos pilló por sorpresa y hubo que calentar los invernaderos con estufas adicionales, todo ello costoso.
Abandonamos el mercado llevando con nosotros el ambiente de esa pequeña ciudad de la región de Ludogorie, y con la esperanza de un buen año agrícola.
Versión en español por Marta Ros
Fotos: Sevkie Cakir
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