La pandemia de Covid−19, el bloqueo de dos meses en primavera y las medidas antiepidémicas restrictivas que siguen vigentes hicieron que la gente pasara más tiempo en el hogar, junto con sus familiares. Esto puede sonar maravilloso para aquellas familias que viven en un ambiente de paz y comprensión mutua, pero para las relaciones problemáticas, el pasar mucho tiempo juntos se convierte en una pesadilla. Las estadísticas sobre el número y frecuencia de las llamadas a la Línea Nacional Directa de Víctimas de Violencia indican un aumento ya en marzo y abril, para superar en el verano las 250 llamadas mensuales.
“Antes eran entre 170 y 190 en el marco de 30 días −puntualiza en entrevista con Radio Bulgaria Milena Dimitrova, de la Asociación Animus, creadora de la línea directa, y agrega− : Si comparamos con el período de marzo a mayo de 2019, el crecimiento este año es aproximadamente el 20%. El aumento se debe ante todo al hecho de que las víctimas y los maltratadores resultaron encerrados juntos durante un tiempo demasiado largo. Esto conllevó una escalada de la tensión, sobre todo en familias donde había relaciones problemáticas ya antes de la pandemia. Esto, a su vez, dificulta que las propias víctimas decidan buscar ayuda y lo hagan, porque a menudo se encuentran limitadas y controladas en sus contactos con allegados y el mundo exterior en general. De modo que no fue casual el aumento de los correos electrónicos que recibimos durante el período en cuestión. Una llamada telefónica de este tipo por teléfono supone que las mujeres puedan apartarse de su abusador por un tiempo más largo, lo que no siempre es posible.”
Mijaela Ánguelova sabe por experiencia lo que significa tener una relación con una persona violenta. En una entrevista con Radio Nacional de Bulgaria, ha dicho que “las cicatrices invisibles en las mujeres que han pasado por una relación así son a menudo psíquicas, emocionales, económicas y de otro tipo”.
La terapeuta Valentina Dimitrova enumera una lista de los primeros signos por los que una mujer puede orientarse si está en una relación con un violento. Valentina pertenece a una fundación que proporciona ayuda a largo plazo a las mujeres víctimas de violencia.
“Les doy el ejemplo de un hombre que hace a menudo observaciones sobre la apariencia de la mujer, que llegan a ser ultimátums sobre cómo debe vestir, arreglarse, comportarse. Si ella llega tarde a casa, esto se convierte a menudo en motivo de discusiones. Poco a poco empieza su aislamiento de familiares y amigos bajo el pretexto de que no son lo suficientes buenos, incluso en un principio ella cree ser algo más que ellos. Después, paulatinamente se pasa a la desvalorización de todo lo que ella hace y entrega en la relación, el desprecio a cómo se siente ella, y en algún momento, la mujer queda totalmente sometida al hombre”.
La desvalorización de la mujer podría deberse a que ella tiene un trabajo peor remunerado que él, pero esto no es en absoluto obligatorio. Hay señales que pueden dar la voz de alarma, advertir del peligro de violencia, dice la psicoterapeuta Valentina Dimitrova:
“Cuando el hombre deja de apoyar a la mujer, cuando ya no buscan juntos soluciones al respectivo problema financiero en la familia. Es violencia cuando la mujer empieza a ser presionada porque desea ocuparse de algo que le interesa y le gusta. Violencia puede haber también cuando el hombre no trabaja y la mujer ha asumido el sustento íntegro de la familia y, a pesar de ello, él siempre está descontento y tiene cada vez más exigencias”.
Los fuertes celos que un hombre siente hacia una mujer son a menudo un presagio de serios problemas en su relación. Según Mijaela, muchas mujeres se engañan, pensando que si su pareja siente celos es que son amadas.
“Este engaño sofoca la relación, lo mismo que la persona a la que va dirigida. Es nuevamente una forma de control. Los celos son algo que lleva la relación a la ruina.”
Versión en español de María Páchkova
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