La pandemia de Covid–19 nos ha movido a los búlgaros a reconsiderar el modo de vida y los viajes que hasta ahora hemos tenido y ha dado un impulso al turismo doméstico. Constituyen un ámbito insuficientemente explorado dentro del mismo, las llamadas instalaciones Urbex, con las que uno puede toparse en cualquiera de las ciudades o aldeas de Bulgaria. El turismo Urbex tiene a sus aficionados en el mundo entero, y no deja de crecer el interés por explorar aldeas despobladas, edificios abandonados, túneles, fábricas y plantas destartaladas.
Los lugares como éstos tienen frecuentemente una fama sombría, carece de mantenimiento, son peligrosos, sucios, inhóspitos e incluso que en ellos rondan espíritus. Y es que para muchas personas en ello justamente reside su encanto. A veces estas características los protegen contra incursiones de todo tipo y les permiten a los buscadores de sensaciones fuertes apoderarse de diferentes objetos, testimonios de la vida o del desempeño profesional de quienes otrora los habían habitado.
El fotógrafo Simeón Gaytandzhíev se sintió, ya en sus años de estudiante en la secundaria, cautivado por la posibilidad de localizar y explorar tales instalaciones:
“Al comienzo todo fue una mera curiosidad infantil pero, paulatinamente, fui tomando conciencia de que podía beneficiarme de esos sitios, al hacer algo más especial en vez de recorrerlos no más”, dice el fotógrafo, entrevistado por Radio Bulgaria.
Su pasión por la fotografía experimental hizo que Simeón se dedicara íntegramente a ella, matriculándose a estudiar esta carrera en la Academia Nacional de Arte Teatral y Cinematográfico Krastyu Sarafov.La muestra que ha montado como su tesis de grado es un auténtico periplo por los lugares subterráneos de la capital de Bulgaria. Después de hacer largos recorridos y hacer una gran cantidad de fotos, el artista hace que sus imágenes cobren vida utilizando una técnica especial que se había comenzado a emplear ya desde el siglo XIX:
“El sello de goma y aceite es la evolución de un proceso más antiguo de a fines del siglo XIX, llamado goma arábica (una resina dura transparente que se obtiene de la savia de dos tipos de acacias). Con esta técnica, de la imagen digital, con la ayuda de un expositor, se extrae un fotograma, de determinado tamaño. La imagen se coloca sobre la goma arábica y con el uso de una luz ultravioleta, la misma forma un relieve en la imagen. El resultado es una apariencia mucho más contrastada y fotorrealista de la imagen“.
Esta técnica resulta curiosa asimismo por el hecho de que cada imagen revelada por medio de su empleo aparece de manera distinta y es muy impactante por parecer un cuadro pintado.
Según Simeón Gaytadziev la promoción de las joyas arquitectónicas, capturadas por el lente de su cámara, como también por los de otros muchos fotógrafos, puede recordarles a los transeúntes la valía histórica de aquéllas y encauzar la atención de la opinión pública al tema candente de su conservación.
Entre los lugares captados por el fotógrafo que despiertan la mayor curiosidad están los túneles todavía accesibles en el subsuelo de la capital de Bulgaria:
“La más notoria instalación subterránea es el búnker que se extiende en el subsuelo del Parque Sur de Sofía. Corren rumores de que cuenta con túneles sumamente largos que llegan incluso a la sede del Consejo de Ministros y a la de la Presidencia de la Nación. A mí esto me parece imposible puesto que casi todas las instalaciones simulares suelen pasar por debajo de unas colinas naturales”.
Los túneles subterráneos más frecuentemente comentados en la capital de Bulgaria son los que se encuentran por debajo del que fuera edificio del mausoleo de Jorge Dimitrov, uno de los dirigentes del otrora Partido Comunista Búlgaro. Reza la leyenda que estos pasillos subterráneos sirve para comunicar la sede del Banco Central de Bulgaria con las del Consejo de Ministros y la Presidencia del país pero se ignora qué parte de ellos son transitables.
Se han lanzado hasta ahora numerosas ideas para socializar esta infraestructura subterránea y entre ellas figura la del Ayuntamiento de Sofía de transformar una parte de la misma en una galería de artes. Sin embargo, hasta ahora ninguna de esas ideas ha sido llevada a la práctica.
Mientras está aguardando el momento propicio para pasear por los llamados “túneles del poder” Simeón no para de descubrir más y más instalaciones impresionantes de la época del totalitarismo, sumidas en el olvido. Forman parte de ellas estructuras de cuarteles, depósitos ferroviarios, empresas desvencijadas y saqueadas, entre otros símbolos del otrora bienestar industrial y social de Bulgaria.
Versión en español por Mijail Mijailov
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