Los últimos días del año  son toda una vorágine de preparativos, recorridos por supermercados y tiendas  comerciales, mesas repletas de delicias y bebidas, reuniones con las personas  queridas. Después de haber probado de todo en la mesa festiva viene el momento  en el cual nos sentimos saciados. Entonces podemos volver la mirada hacia la  naturaleza que nos inspira y cura de la mejor manera. “Habitualmente después de  haber pasado dos días comiendo y bebiendo las personas sienten la necesidad  hacer algo por su lado espiritual y nos llaman”, explica Petko Kalaglarski, de  una agencia capitalina para aventuras. 
Las fiestas son el momento idóneo para escapar de lo cotidiano y meternos en una aventura. Tras una reserva previa el equipo de Petko Kalagralrski organiza una verdadera fiesta navideña en el cielo, o sea, un vuelo en compañía de Papá Noel y los enanos.
Petko Kalaglarski opina que la gente recuerda los años que pasan con los sucesos emocionantes que vivió. Recordamos lo vivido y las emociones y no el día a día gris y las mesas repletas de platos. “Nuestro deseo es dividir la vida de las personas antes del vuelo en el globo y después de él”, dice Petko Kalaglarski y agrega:

“El vuelo a bordo de un globo es una buena  oportunidad de regalarnos una aventura invernal porque si las condiciones para  el vuelo son apropiadas la sensación es encontrarse en medio de un cuento de  hadas silencioso. El globo no produce ruidos. Sobrevolar lentamente los campos  cubiertos de nieve es una emoción única en su género, sobre todo si nos  encontramos cerca de una montaña. Cuando el sol ilumina las cumbres cubiertas  de nieve éstas brillan y crean una sensación romántica y muy bella. 
Petko Lalaglarski nos recomienda dar la espalda al calor del hogar y probar fuerzas en los retos que plantea la montaña.

“Por ejemplo, hacer un recorrido o dar un  paseo con los esquí puestos en vez de deslizar las pistas, el llamado pampering  que es un recorrido tranquilo desde el punto A hasta el punto B. Son populares  asimismo el snowkite y kitewing (ala papalote). Las personas que en verano han  aprendido a hacer kitesurf en el mar ahora pueden practicar el mismo deporte en  la montaña, en la meseta de Vítosha”, dice Kalaglarski.  

Así que animémonos,  pongámonos los zapatos turísticos y los anoraks y pongámonos rumbo a la meseta  de Vítosha y los siete lagos de Rila. “Estos deportes compaginan el estado  espiritual y las posibilidades físicas de la persona con la fuerza y la  dirección del viento”, explica nuestro interlocutor.  
La otra posibilidad de abandonar la zona de la comodidad son los trineos a motor. Las rutas se organizan fuera de los parques naturales y los senderos ecológicos, para no estorbar a los turistas y los grupos organizados siempre van acompañados por un instructor experimentado.

Otra idea de aventuras en medio de la nieve: en Pampórovo pueden gozar de  la belleza del monte Ródope a bordo de un trineo tirado por perros. 

Sumergirse en el abrazo  de la montaña, gozar del paisaje blanco y vívido mientras la nieve cruje bajo  los pies, respirar profundamente el aire cristalino con el alma libre y sentirse  vivo de nuevo: a juicio de Petko Kalaglarski, un paseo de esta índole nos carga  de energía por varias semanas y es una manera excelente de despedirnos del año  2021 y recibir los retos de 2022.
Versión en español de Hristina Táseva
Fotos: Archivo de Petko Kalaglarski, pixabay
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