El 2 de septiembre se cumple un año del desastre natural que arrasó los pueblos búlgaros de Bógdan, Karavelovo y Slátina, en la localidad de Kárlovo. Muchos de quienes sufrieron sus consecuencias siguen sin poder entrar en sus hogares. El consejero municipal de Kárlovo, Svetlozar Yankov, informó hace varios días que la infraestructura está en muy mal estado y que la reparación de los daños que dejó aquella gran inundación está siendo muy lenta. Según nos explica él, los fondos proporcionados por el Estado para las actividades de rescate, por un valor de 10 millones de levas (unos 5 millones de euros), no pueden cubrir los gastos de las reparaciones. Hay puentes derrumbados, carreteras que siguen intransitables y, sobre todo, urge fortificar los cauces de los ríos - lo cual es una tarea muy costosa.
La buena noticia es que parte de las casas están ya reconstruidas, gracias a la ayuda y los medios aportados por cientos de voluntarios que acudieron al lugar del desastre, nada más pasadas unas horas de que ocurriera. Fue precisamente el apoyo y la empatía de tantas personas lo que les dio esperanza a los lugareños, y lo que les ayudó a confiar en que poco a poco podrían salir adelante y recuperar sus vidas.
El año pasado, en el día de la inundación, Gueorgui Dimov, del pueblo de Stoletovo, lo perdió todo de golpe al desbordarse el río Stryama. El agua se llevó por delante los lagos artificiales de pesca del complejo de pesca deportiva que él había creado, y que atraían a turistas y pescadores de toda Bulgaria. Él mismo se salvó de milagro, gracias a que fue evacuado con un helicóptero de rescate que lo recogió de una estructura de dos pisos, en la que se encontraba. Hoy el recuerdo de aquel horror ha comenzado a palidecer, y en su lugar cobra protagonismo la enorme empatía y el apoyo humano por parte de los muchos desconocidos que se desplazaron al lugar de la tragedia para ayudar.
Gueorgui Dimov cuenta que a día de hoy siguen poniéndose en contacto con él personas desconocidas de otras ciudades que le ofrecen su ayuda. Y le cuesta contener la emoción, al decir que no hay calamidad que pueda con los esfuerzos de tantas personas, unidas por el deseo de ayudar al otro:
“Aquí en ningún momento hemos pedido ayuda al Estado o al Ayuntamiento. Por eso no puedo opinar sobre este tema. Eso sí, al menos desde la Administración, podían haberse acercado a ver cómo estábamos. Pero no tuvimos noticias del Estado. Lo único que pienso pedirles a las instituciones es que despejen el cauce del río Stryama, que lleva empantanado desde hace años. Porque así, en caso de haber una segunda inundación, los daños en los pueblos cercanos serían mucho menores. Ahora mismo más de la mitad del río está fuera de su cauce. Por lo demás, sólo puedo decir que, en aquel momento, vino muchísima gente a ayudarme y que, de no ser por ellos, hubiera sido posible salir adelante. Los daños en nuestro caso fueron totales. No había quedado nada de los lagos artificiales, se veía sólo la casa sobresalir en medio de la nada. Tuvimos que empezar de cero. Este complejo de pesca deportiva era nuestro sueño hecho realidad: un lugar dedicado a los amantes de la pesca y al descanso en medio de la naturaleza. Teníamos también aves y animales que vivían en libertad en los alrededores de las presas.
Este desastre quiso dejarnos sin nada, pero hubo tanta gente ayudando que ya hemos conseguido recuperarnos al 50%. Había completos desconocidos que se presentaban y nos ofrecían ayuda tanto física como material. Si no fuera por ellos, nos hubiera podido la desesperación".
“He visto con mis propios ojos que recuperarse es posible, incluso en menos de lo que uno se imagina - cuando las personas están unidas y se ayudan mutuamente. Esto ha hecho que confíe en la bondad de la gente y en que todo lo que he estado haciendo, merece la pena. Aunque haya pasado ya un año entero, en mi mente siguen estando aquellas personas que me ayudaron y que me siguen ayudando. Como una mujer mayor que me llamó desde Sofía, insistiendo en enviarme parte de su pensión. Confieso que ahí se me llenaron los ojos de lágrimas.
Ahora la fecha del desastre se ha convertido casi en un día de fiesta para nosotros. Ojalá sea así siempre - que cada año, el 2 de septiembre, vuelva aquí toda esa gente que nos estuvo ayudando, para reunirnos, compartir y recordar lo importante que es estar unidos y ayudarnos”.
Cuando ocurrió la inundación en septiembre 2022, más de 15 grupos de voluntarios de la Asociación Nacional de los Voluntarios en Bulgaria, se dirigieron a los pueblos afectados. Se han invertido cientos de horas de trabajo de voluntariado para poder vaciar el agua de los pisos bajos y los sótanos, y para limpiar del barro los patios y los huertos de las casas. La ayuda de los voluntarios estuvo acompañada de una campaña de donaciones que consiguió reunir una ayuda por valor de 200 000 levas (unos 100 000 euros) destinada a las víctimas de la inundación.
“En el proceso del voluntariado se ha forjado una relación humana y muy emocional con las personas a las que ayudábamos. Nos quedábamos a dormir en sus casas, nacieron amistades inesperadas, que se basaban en un sentimiento puramente humano”, nos cuenta Yasen Tsvetkov, presidente de la Asociación Nacional de los Voluntarios en Bulgaria:
“Esperamos que el Estado lo solucione todo, pero Bulgaria, como otros tantos países, tiene desgraciadamente bastantes imperfecciones”, señala Yasen Tsvetkov. “Hay mucho que desear pero hemos de reconocer que no existe sistema estatal u órgano administrativo en el mundo, que tenga la capacidad de afrontar realmente catástrofes de estas dimensiones. No es casualidad que, a nivel mundial, se haya desarrollado tanto el voluntariado para situaciones críticas de estas características. En muchos países este tipo de voluntariado forma directamente parte de las propias instituciones. El hecho que Bulgaria experimente un cierto retraso en el desarrollo de este sector, no significa de ninguna manera que el voluntariado tenga un papel menos importante en nuestro país. Más bien que, lo que debemos hacer es concentrar nuestros esfuerzos, como ciudadanos y como instituciones, en mejorar el entorno y animar a la gente a participar como voluntarios. A formarse y que, en caso de ocurrir un desastre natural, simplemente saber qué es lo que podemos hacer - acudir, y actuar".
Versión en español: Alena Markova
Fotos: archivo personal, BGNES
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