Situado a unos 16 kilómetros de Vidin, a orillas del Danubio, la aldea de Slanotrun tiene unos 500 habitantes. Ahí los inviernos son muy fríos y los veranos calientes. Esta aldea, desconocida incluso para muchos búlgaros, resultó ser otra parada en la vida del italiano Antonio Panarello, como él mismo asegura: por pura casualidad.
Antonio, que hoy tiene 67 años, dejó desde una edad muy temprana su ciudad natal de Mesina (Sicilia) y, tras haberse formado como contable, se ganaba el pan durante décadas como teniente coronel de la policía económica de la capital italiana. Sin embargo, en un buen "día de iluminación" (sus cuatro hijos ya eran mayores) decidió que no quería seguir trabajando para el Estado y exclamó: "¡Basta ya,quiero recuperar mi libertad!". La encontró volviendo a su antigua pasión: las motos. Empezó a recorrer Europa sobre dos ruedas. Así que un día decidió buscarse un nuevo hogar en Bulgaria. La decisión llegó aparentemente por casualidad, pero hay que decir que Antonio había visitado Bulgaria en los años 70 y 80 del siglo pasado a bordo del viejo transbordador Calafat-Vidin y quizá fue entonces cuando la semilla de la curiosidad por esta tierra se plantó en lo más profundo de su ser. Así, en el no tan lejano año 2015, el italiano residió en un apartamento en Vidin, pero por un período corto - de ahí llegó en el pueblo de Slanotrun, donde podía dedicarse a su afición - las motos, que a día de hoy ya son cinco.
"El problema era que necesitaba más espacio, y mi apartamento no lo tenía. La elección de Slanotron era algo al azar. Un amigo insistía mucho en que fuera a ver la aldea. Me decía: 'Ven a conocer esta aldea, ven a verla'. Así que decidí visitarla junto con otras personas. Al final, los demás decidieron adquirir esta propiedad, que en ese momento estaba muy lejos de lo que ven ahora. Era prácticamente un terreno selvático, por no decir algo peor. Casi todo lo que ven ahora fue hecho yo mismo. Este es uno de mis pasatiempos. Además de mis responsabilidades cuando era joven, hacer este tipo de trabajo manual era una de las cosas que disfrutaba hacer, y de ahí viene mi pasión por la artesanía", comenta Antonio en una entrevista con BNR-Vidin.
"De manera sorprendente, esta parte del noroeste de Bulgaria le hace sentir como en casa: los lugareños lo acogen con calidez, la cercana ciudad de Vidin, donde va por las noches para socializarse con amigos, le recuerda a su ciudad natal, Mesina, y Italia no está tan lejos. En el propio pueblo de Slanotrun, puede comunicarse con fluidez en su lengua materna con muchas personas, ya que muchos de ellos solían trabajar en Italia. De hecho, como destaca Antonio, es precisamente esto, que muchos habitantes de las pequeñas ciudades de este país se ven obligados a buscar oportunidades en el extranjero, uno de los grandes problemas que enfrentan los búlgaros."
"El problema es que las aldeas en Bulgaria están abandonadas. Por eso, el tiempo que paso en el pueblo está bien cuando tengo algo que hacer. Si no, cojo la bicicleta, el coche o incluso un avión y me voy a algún sitio. Claro, en invierno, el pueblo es perfecto. Al menos para mí. El primer invierno que pasé aquí fue en 2016, cuando las temperaturas llegaron a los 30 grados bajo cero y había mucha nieve; fue espectacular."
Antonio Panarello también se enfrenta a otros problemas, como la falta de vida cultural, incluso en ciudades regionales como Vidin, las deficientes infraestructuras de transporte y la barrera del idioma:
"Cuando vas a una oficina administrativa y necesitas solicitar un documento o simplemente obtener información, te encuentras con que la mayoría de la gente no habla inglés y los documentos están escritos en búlgaro. A pesar de tener vehículos registrados aquí y documentos búlgaros, en lugares como la policía de tráfico, por ejemplo, es difícil encontrar personal que pueda ayudar a un extranjero con muchas preguntas. Dado que Bulgaria es parte de la Unión Europea y busca integrarse plenamente en Europa, sería crucial que también considere la capacitación de su personal administrativo. Esta es una cuestión de gran importancia", destaca Antonio.
El italiano prefiere centrarse en el lado positivo de la vida y disfrutar de las cosas buenas que éste le ofrece. En todas partes hay problemas, aunque de distinta naturaleza. Por eso, cuando se le pregunta si está pensando en dejar Slanotrun, responde tajante: "¡No! Mientras pueda, o hasta que no haya razones más serias, realmente importantes, creo que me quedaré aquí".
Recopilado por Miglena Ivanova a base de una entrevista de Sonya Valeriyeva de la emisora regional de Radio Nacional en Vidin
Versión al español de Borislav Todorov
Fotos: BNR Vidin
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