Cinco antiguos alumnos del pintor búlgaro Andrey Daniel se han reunido en el día de su cumpleaños para continuar una conversación que comenzó atrás en el tiempo, en el taller n°51 de la Academia Nacional de Bellas Artes.
“Reflexiones y material”, así se titula la exposición en la galería-librería “Sofia Press”, donde Galya Gueorguíeva, Desislava Kostadínova, Ekaterina Radenkova, Eleonora Drumeva y Minko Yóvchev hacen visible una de las primeras lecciones que recibieron en el taller del profesor Andrey Daniel: “Cómo el artista logra dar forma a su idea a través de la compleja relación entre la mente y la mano, obligadas a trabajar juntas y, al mismo tiempo, a ser un tanto independientes una de otra”. Estas eran las palabras con que eran recibidos en su momento los jóvenes artistas por su profesor, tal como lo recuerda su hijo, Marco Daniel, crítico de arte, curador y comisario de la exposición.
Los cinco artistas, antiguos alumnos en el taller, concluyeron su formación hace unos 15 años y ya han construido su propio camino artístico. Hoy ellos sitúan en el centro de su exposición precisamente los encuentros: no sólo los que se dan en el arte en sí, sino el propio arte como motivo de nuevos encuentros en la vida real.
“Puede ser cualquiera (el lugar que provoca el deseo del encuentro)”, decía el pintor Andrey Daniel en una entrevista ante la Radio Nacional de Bulgaria. “Tal vez lo más importante sea que la persona que se ha encaminado hacia ese encuentro, esté preparada. Porque los encuentros suelen representar normalmente un estado de ánimo muy profundo: el cómo esa persona se ha estado mentalizando para ver al otro, para hablar, entablar una conversación, o bien todo eso pueden ser encuentros con uno mismo. Lo que más me gustaría es crear oportunidades para que estos encuentros se den, y eso significa que debo continuar dibujando. Cuando surge el cuadro, este resulta ser un posible lugar de encuentro”.
Estas eran las palabras del profesor Andrey Daniel un poco antes de que nos dejara. El artista, nacido en 1952 en la ciudad de Ruse, creció en la familia del gran director de teatro, León Daniel. Se hizo popular principalmente con la pintura pero también trabajó el arte mural, la gráfica, diseño de escenarios y de libros. Unos años antes de la caída del Muro de Berlín, Andrey Daniel creó el grupo de arte vanguardista “La ciudad”, junto con los artistas búlgaros Gredi Assa, Bozhidar Boyadzhíev, Vihroni Pópnedélev, Nédko Solákov y Svilen Blázhev, y el crítico de arte Filip Zidárov. La problemática que trata Andrey Daniel en su obra, parte de descubrimientos suyos durante sus viajes, de enfrentamientos con otros artistas durante diferentes épocas y de sus intentos de comunicarse con ellos, o de los elementos teatrales en la pintura. El artista nos dejó en el 2020.
“La exposición es una muestra de admiración hacia él, un recuerdo de algunas de las conversaciones con él y un intento de sus alumnos de mostrar las lecciones aprendidas, de hallar las soluciones a sus inquietudes, mediante un enorme respeto y un gran amor por su persona”, cuenta el curador, Marco Daniel. “Y, por otro lado, es una maravillosa oportunidad de que ellos se reúnan de nuevo, y que enseñen sus obras”. El trabajo con los estudiantes era tal vez una de las cosas más importantes para el profesor Andrey Daniel, ya que en el taller él era más que un maestro. Conseguía convertirse en amigo, en cómplice de los jóvenes autores. En el proceso de enseñanza, a menudo él mismo aprendía cosas nuevas de sus discípulos, de manera que este era un proceso mutuo. Y siempre trataba de destacar lo que era característico de cada joven artista, y animarle a continuar por ese camino.
Andrey Daniel admitía que ser maestro es una tarea arriesgada, ya que la relación con los estudiantes está marcada por un misticismo indescifrable. “La realidad siempre puede cuestionar la creencia, en teoría comprobada, que dedicarse a la pintura supone ineludiblemente la presencia de un lienzo, de óleos, pinceles y temas seriamente argumentados”, añadía el profesor.
En su cuadro “El pintor ilusionista”, Ekaterina Radénkova realiza un retrato del profesor Andrey Daniel, que resulta ser, hasta cierto punto, un personaje inventado. Él aparece posando con una suave sonrisa y un puro en la mano, con sus gafas rojas, delante de la isla que él mismo creó con diferentes objetos en uno de sus lienzos.
En “Allá, donde siempre hace bueno”, “Andrey Daniel está presente como un rostro soleado, porque él siempre traía positividad a nuestros días. Nos enseñó infinidad de cosas, pero sobre todo el que permanezcamos positivos hasta el final, y que sigamos adelante. Eso es lo que hacemos también en estos momentos, con esta exposición”, comparte Galya Gueorguíeva.
El tema principal en el cuadro “Hasta la próxima”, de Desislava Kostadínova, son el taller y el arte, la vida y la eternidad. “En realidad todo el entorno, cada objeto y cada color contienen simbolismo”, añade Desislava.
Los artistas reviven sus recuerdos y las lecciones aprendidas en el taller de su profesor, y al cerrar los ojos siempre intentarán imaginar qué sería lo que iría a decir Andrey Daniel, mientras se asomaba tras su nuevo cuadro.
“Las lecciones aprendidas son incontables, no sabría decir cuál es la más valiosa. Tal vez sea justo esta: pensar con el propio material - porque en el momento en que nos ponemos a dibujar, nuestras mentes se activan y empiezan a surgir las ideas una detrás de otra”, comenta Ekaterina Radenkova.
“A mi Andrey en primer lugar me enseñó a ser tolerante”, recuerda Galya Goránova. “Por supuesto, en el taller aprendimos muchas técnicas de pintura, y también que el tema elegido es muy importante en un cuadro. Claro que, el material fue quizás nuestra primera lección, porque este tiene su propia gramática y nosotros debemos decidir cómo proceder con él, para ser respetuosos con sus reglas, a la vez que expresamos nuestras ideas. Es decir, debemos “domar” al material, en el sentido positivo de la palabra”.
“El profesor era muy carismático, muy humano”, recuerda Desislava Kostadínova. “El trato con él sólo era comparable a la emoción del enamoramiento, de querer hablar más y más con alguien. Cada conversación con él eran muchas ideas. Él decía que uno dibuja incluso cuando no está realmente dibujando. Eso debían de ser nuestras conversaciones. La experiencia de vida”.
Al reunirse después de tanto tiempo con motivo del cumpleaños de su mentor, los cinco discípulos envían un mensaje universal: que estemos unidos y que avancemos juntos hacia adelante. Y, en este espacio donde Andrey Daniel está presente metafóricamente a través de los cuadros expuestos, parece que aquella conversación del taller nº51 jamás se detuviera. “Probablemente una conversación cálida, con aroma a puros, con una botella de whiskey sobre la mesa…Él, lleno de energía, gesticulando fuerte con las manos, y los alumnos - todo oídos - atentos, y escuchando con una enorme curiosidad”, remata con un último trazo Marco Daniel el recuerdo del artista.
Autor: Diana Tsankova
Versión en español: Alena Markova
Fotos: Diana Tsankova, Ani Petrova/BNR
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