¿Cómo se ve Bulgaria en 2023 a través de la mirada de los búlgaros que viven en el extranjero? En los últimos días del año pasado, un equipo de Radio Bulgaria visitó Roma para reunirse con aquellos búlgaros que eligieron unir su destino a Italia pero que mantuvieron el vínculo con su patria. La mayoría de nuestros interlocutores admitieron que siguen de cerca los acontecimientos en su país. Coinciden en que Bulgaria ha vivido un año difícil, marcado por el conflicto, la polémica y el caos. Sin embargo, no faltan los logros, sobre todo en el ámbito de la cultura.
“Creo que mis compañeros lo están pasando muy mal. Hay momentos en los que nos caemos y tenemos la sensación de que no vamos a poder levantarnos. Pero, por otro lado, hemos sido testigos de los éxitos del cine búlgaro, el arte y la literatura hechos en Bulgaria - y esto no son simplemente "mariposas blancas"”, afirma Jana Yakovleva, directora del Instituto Cultural Búlgaro en Roma desde hace años. A lo que añade:
"Tuve la suerte de asistir al Festival de Cine Italiano en el momento en que anunciaron que el Gran Premio del Jurado iba a ser concedido a la película “Las lecciones de Blaga”, de Stefan Komandarev. ¡Qué sensación! Solté un grito de felicidad, de emoción, de sorpresa, no me lo esperaba.... Ahora se le está dando un nuevo rostro al cine búlgaro, ¡se está abriendo una nueva puerta para Bulgaria! Y me gustaría que en estos momentos pudiéramos estar más unidos en el sentimiento de orgullo, en lugar de estar fijándonos en las pequeñeces... ¡Necesitamos memoria, respeto, honor y amor!".
Cuando se vive al otro lado de las fronteras, en una capital cosmopolita como Roma, la perspectiva se ve mucho más ampliada porque los procesos en Bulgaria se observan desde la distancia, y dentro del contexto de los acontecimientos mundiales. Gueorgui Dimitrov tiene 24 años, nació en Italia, ahora estudia en la Universidad de La Sapienza, y es profesor en la escuela búlgara "Hermanos Asen e Iliya Peikov", en Roma. El considera que para Bulgaria el año 2023 ha estado marcado por el "peculiar" contexto europeo. "Me gustaría que se acabara este tiempo turbio en que vivimos, sin tener seguridad alguna - sobre todo nosotros, los jóvenes", comenta convencido el joven búlgaro que no es nada optimista, al menos no de cara al futuro más próximo:
"¡No tenemos nada! ¡No tenemos futuro, ni tenemos nada concreto! Ya veis los acontecimientos… Los cambios son tan repentinos, tan radicales hasta el punto de no saber lo que puede ocurrir mañana. Hablo desde el punto de vista de un búlgaro que vive en el extranjero, ¡pero esto no me concierne sólo a mí!. Esta es una tendencia mundial. Esta imprevisibilidad impide en cierto modo a muchos jóvenes hacer planes de futuro. Y por el momento no veo ninguna salida de esta situación. Sin embargo, tengo la esperanza de que las tensiones en el mundo se vayan calmando y eso conduzca también a cambios en la situación de Bulgaria", afirma Gueorgui.
La doctora Evgenia Vukadinova vive y trabaja en Roma desde hace más de 30 años pero sigue de cerca la situación en Bulgaria, y no oculta su preocupación por lo que está ocurriendo:
"Bulgaria está dando palos de ciego. Primero porque no queda claro nada viendo actuar a estos partidos políticos. Yo misma estoy confundida. No entiendo qué está pasando exactamente, sobre todo en el ámbito político. Quizá haya una evolución de los propios búlgaros pero no creo que tengan mucha fe en la clase política. Y esto lo demuestran las recientes elecciones. Aquí somos bastante activos. Yo también voté en las últimas elecciones, pero no vi apenas cambios. Para mí es muy importante que Bulgaria tenga una política proeuropea. Y estoy a favor de la UE porque nos da la oportunidad de viajar, realizarnos y que se realicen nuestros hijos. La oportunidad de ser ciudadanos del mundo", comenta la doctora Evgenia Vukadinova.
Para Boris Stanchev, cineasta y fotógrafo afincado en Roma desde hace años, 2023 no fue ni fácil ni claro para sus compatriotas:
"Yo describiría este año con la gran división que existe en Bulgaria y la enorme polarización de la gente. Se ha llegado casi al extremismo. Los búlgaros formamos parte de Europa y del mundo, y es imposible que los problemas que afectan a Europa y al mundo no afecten también a la opinión pública de nuestro país. Me gustaría que nos diéramos cuenta de que todos somos personas y, si deseamos el bien de Bulgaria, debemos aprender a respetar las opiniones ajenas. La gente en Bulgaria está muy dividida, simplemente no se escuchan los unos a los otros - y esto acabará teniendo consecuencias aún más graves para nuestra sociedad. Debemos lograr llegar al diálogo. Y espero que encontremos un ideal común para Bulgaria, que empecemos a pensar en el futuro de nuestro país para poder sentirnos bien allí y estar orgullosos de nuestros logros", decía Boris Slavchev para concluir.
“2023 nos ha dado una valiosa lección sobre la necesidad de reconsiderar nuestro pasado”, afirma Irina Stoilova que lleva más de tres décadas viviendo en la Ciudad Eterna. Ha sido corresponsal de BNR y BNT, así como de la edición rusa de Radio Free Europe, y actualmente trabaja en el departamento internacional de la corporación mediática RAI. Sus reflejos periodísticos le impulsan a seguir constantemente lo que ocurre en Bulgaria:
"Me preocupo, y también me alegro - por los temas de actualidad como el euro, por ejemplo. Y, a veces, me enfado porque no quiero que temas importantes para nuestra sociedad sean reflejados en los medios por las crónicas criminales o por la propaganda de políticos a los que se ha ofrecido un micrófono y demasiado tiempo para usarlo. Por ejemplo, en relación con el Monumento al Ejército Soviético, creo que es normal que una sociedad que ha vivido el trauma del comunismo no tenga una opinión unánime sobre una cuestión así. En mi propia familia había tanto herederos de partisanos como herederos de asesinados por el Tribunal Popular, y las mujeres a menudo tenían que contener a sus maridos para que no se montara un escándalo. Eso en la familia, pero imaginemos esa misma situación en toda la sociedad. Esto es lo que me lleva a pensar en la importancia del papel del periodista y de preguntarnos qué ocurrió con este tipo de monumentos en todos los demás antiguos países socialistas. ¿Hay otros monumentos así que permanezcan en algún lugar, sin tener al menos una placa que diga que se trata de un monumento al Ejército Soviético, el cual también fue un invasor, y el cual condujo a 40 años de falta de libertad, a un régimen totalitario y a la muerte de miles de personas en campos de concentración? No, no los hay. En Praga los tanques soviéticos los pintaron de rosa y se convirtieron en un artefacto... No digo que haya que borrar el pasado, pero sí reconsiderarlo. Porque, de lo contrario, el pasado se convierte en una carga pesada que nos arrastra hacia atrás y no nos permite mirar al futuro, ni hacerlo mejor para las próximas generaciones de búlgaros".
Autores: Veneta Nikolova
Versión en español: Alena Markova
Fotos: Veneta Nikolova, Elena Karkalanova
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