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Silsila Mahbub: “La actitud hacia los refugiados de Oriente Medio ha de cambiar”

Silsila Mahbub
Foto: Archivo personal

Las vidas de millones de personas en todo el mundo que enfrentan una cadena de desafíos vitales, como guerra, hambre y pobreza, pueden parecer incomprensibles para el mundo occidental, del cual también forman parte Europa y Bulgaria. Por eso, a menudo aceptamos estas historias de destinos humanos más como estadísticas de algo que sucede lejos de nosotros y que no nos afectará directamente. Al hacerlo, en su mayoría simplemente alimentamos la ilusión de que todo está bien con nosotros y a nuestro alrededor, y podemos seguir adelante sin preocuparnos. Silsila Mahbub también ha seguido adelante, pero comparen su primer recuerdo claro de la infancia, a los 6-7 años, con el suyo:

"Estoy de visita en la casa de mi tío en Kabul, junto con mi madre, mi padre y mi hermana", hasta aquí todo suena normal, ¿verdad?

En un momento dado, se oyen disparos fuera. Todos se esconden en el sótano de la casa. Pasan allí toda la noche y, cuando vuelven a casa por la mañana, caminan por calles llenas de cadáveres. La razón: los talibanes, que esa noche acribillaron a todos los que vieron a su paso.

Su vida en Afganistán continuó, se adaptó a lo que ocurría a su alrededor, encontró un prestigioso trabajo como periodista en un medio de comunicación privado del país, que admite que hoy en día echa de menos. Se vio obligada a abandonar el país en parte por el trato que recibía como mujer en Afganistán y los obstáculos a los que se enfrentaba, con unos derechos demasiado limitados y carentes de garantías.

Por eso decidió emigrar a Bulgaria, donde vive su tío desde hace 35 años. Él fue quien la ayudó a integrarse en el país al principio.

"Admito que hubo momentos en que fue muy desagradable, me preguntaba por qué seguía aquí y esperaba encontrar otro lugar donde vivir", recuerda la joven. "A veces era la actitud de la gente, a veces era un problema con los documentos, con el idioma, porque es absolutamente normal que yo no pueda hablarlo como una búlgara. Al fin y al cabo, es un idioma que tenido que estudiar y no es mi lengua materna. Cuando llegué no estaba segura de cuánto tiempo me iba a quedar, empecé a ver en la tele diferentes series dobladas al búlgaro. Luego lo perfeccioné mientras trabajaba como sastre y hablaba con los clientes en el taller".


Aparte de su práctica como sastre, los días de Silsila Mahbub en casa también están ocupados con su trabajo de ayuda a los refugiados de Oriente Medio en Bulgaria:

"El Consejo Consultivo de Refugiados es una organización que fundamos hace dos años", nos cuenta. "Somos siete personas de distintos países -Siria, Irak, Afganistán, Kurdistán, Yemen- y todos hemos pasado alguna vez por este camino de la integración. Por eso queremos ayudar a otros necesitados: a encontrar trabajo, a matricular a los niños en la escuela, y la mayoría de nuestros contactos son con organizaciones de refugiados en el extranjero".

Además del trabajo jurídico y administrativo, el Consejo Consultivo de Refugiados también ayuda a la integración de los necesitados organizando diversos eventos que presentan su cultura y tradiciones a un público más amplio.

"A veces acuden búlgaros en estos eventos, ya saben, la gente no necesita saber el idioma para comunicarse entre sí. Simplemente mostrando un poco de nuestra cultura, a menudo podemos entendernos unos a otros".

Al final de la conversación Silsila quiso hacer un llamamiento a los búlgaros de nuestro país, con el que espera que nuestra vida cotidiana sea más pacífica y que nos acerquemos a quienes no son como nosotros con más respeto.

"En Europa, la gente vive de una manera muy diferente a la nuestra. Eso no es malo, pero es bueno que los demás nos conozcan y no estén en contra de nosotros. Cuando uno huye de su país, cada cual tiene un motivo, porque, créanme, a nadie le gusta enfrentarse a la disyuntiva de quedarse a costa de su vida o abandonar su país", nuestra interlocutora está convencida y es tajante: "Si hoy en Afganistán reinara la paz y yo tuviera garantizados mis derechos como mujer, no estaría aquí".

“Las Alas” de la violinista Boyana Zareva y de la cantante Silsila Mahbub

Versión al español de Borislav Todorov

Fotos: Archivo personal



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