La producción mundial de vino está cayendo, y la del año 2023 fue la más baja de las últimas seis décadas, según la Organización Internacional de la Viña y el Vino. Bulgaria sigue estando menos afectada por el cambio climático, y la cosecha de variedades viníferas da esperanzas a los productores de que el sector tiene potencial para crecer en el futuro y seguirá siendo el medio de vida de cientos de viticultores.
Las tradiciones de elaborar buen vino en las tierras búlgaras son muy antiguas. Ya los tracios consideraban el vino un "regalo para los dioses", y hoy en día el vino tinto está presente en casi todos los rituales de la vida de los búlgaros. Un día al año se dedica específicamente a los viñedos y al vino, como lo demuestra la festividad de San Trifon Zarezan, celebrada el 1 de febrero.
El 14 de febrero, la Iglesia Ortodoxa rinde homenaje a la memoria de San Trifón, pero en la tradición popular se le llama Trifón Zarezan porque su respeto se asocia a la primera poda de las vides del año. Este día es una fiesta para viticultores, bodegueros y todos los amantes del vino, quienes no faltan en este día para brindar y celebrar la festividad con gran alegría y abundantes festines.
Para San Trifon Zarezan, la gente de las regiones vinícolas organiza fastuosas celebraciones con mucha música, ritmos folclóricos y, por supuesto, mucho vino. El ritual exige que todo el mundo se reúna en el viñedo y, tras la primera poda, se rieguen las vides con un poco de vino para que el año sea bueno y fructífero. El 14 de febrero es una ocasión no solo para degustar las buenas variedades de vino búlgaro, sino también para conocer a la gente que trabaja en las bodegas. Ellos seguramente les contarán la gloriosa época de los años 80, cuando en Bulgaria se produjo una hazaña vinícola y el país se convirtió en la cuarta potencia mundial en producción y exportación de vinos tintos. Pero todo esto pertenece al pasado, porque el colapso de todo el sector vinícola en Bulgaria vino rápidamente. Hoy hay cientos de bodegas nuevas y modernas que producen vino de mejor calidad que nunca. Sin embargo, los volúmenes de producción no dejan de disminuir y nuestras exportaciones están en mínimos absolutos: sólo unos 16 millones de litros al año. Lo dice Dimitar Dimov, especialista heredero en el campo del vino en Veliko Tarnovo, una región con buenos rendimientos y una tradición vinícola preservada.
"En Bulgaria se consume vino y la demanda no ha cesado, nuestros clientes son el barómetro más fiable que muestra cuáles son los mejores vinos. Nosotros, los enólogos, trabajamos para ellos", afirma el viticultor del pueblo de Yalovo y añade también:
"Actualmente, las exportaciones de Bulgaria son muy reducidas y la mayor parte del vino que se produce aquí se vende en el mercado nacional. Al mismo tiempo, las importaciones de vino están aumentando mucho en Bulgaria y los productores búlgaros tienen que competir con los vinos importados, que suelen ser más baratos".
Según Dimitar Dimov, hay muchas razones por las que el vino búlgaro no es competitivo en los mercados mundiales. Por un lado está la falta de una estrategia estatal de apoyo al sector, y por otro están los bajos rendimientos de las variedades viníferas, que afectan y encarecen la producción nacional. Según el enólogo heredero, la mayoría de las pequeñas bodegas del país no disponen de equipos modernos, y la plantación de variedades de vides internacionales, que han desplazado a las búlgaras, es otro factor de los bajos rendimientos.
Sin embargo, el vino no es solo un negocio, también es un patrimonio cultural preservado y una forma de vida en algunos pueblos, como Brestovitsa, en la región de Plovdiv. Cada hogar allí tiene un viñedo y no se puede ser habitante de Brestovitsa si no se sabe hacer buen vino. Desde hace mucho tiempo, Trifon Zarezan es una fiesta de pueblo que reúne a miles de invitados de cerca y de lejos. Así nos lo cuenta Krasimir Patishanov, gerente de la bodega cooperativa de Brestovitsa.
"Gran parte de nuestra producción se exporta. En China, por ejemplo, que es uno de nuestros mayores mercados, antes de la pandemia obteníamos hasta 70-80 mil botellas al año. Este es el futuro del vino búlgaro; si tenemos éxito en estos mercados, nuestra industria en su conjunto también lo tendrá". Por lo demás, el festival siempre ha atraído a miles de invitados a Brestovitsa. Ha habido años en los que la gente formaba colas kilométricas solo para llegar al lugar de celebración. La fiesta de este año vuelve a estar llena de canciones, gente, artistas folclóricos y, por supuesto, mucho vino.
Versión al español de Borislav Todorov
Fotos: BTA, BGNES, Facebook/Ayuntamiento de Brestovitsa, Archivo personal
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