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Siguiendo las huellas del tiempo perdido… La iglesia inundada por la represa de Zhrebchevo

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Снимка: Veneta Nikolova

Está allí desde hace ya más de un siglo, solitaria a orillas de las aguas de la represa. En invierno la azotan vientos y nevascas, y el hielo cimienta sus pies. En verano el sol abrasante arde sobre sus paredes seculares,  sobre tejado caído y  sus puertas y ventanas invidentes mirando hacia la nada. Lejos de la vanidad humana y del ritmo acelerado del tiempo, la iglesia inundada de la represa de Zhrebchevo está sumida en la soledad y el olvido cual testigo mudo de la fe y la esperanza perdidas.

Antaño, antes de que el agua cubriera la aldea de Zapalnia y otras dos aldeas, el templo era centro de la vida de la gente del valle, y el cristalino tañido de su campana resonaba sobre las rosaledas tendidas cual aromáticas alfombras al pie de la cadena montañosa de Sredna Gora.

Durante la época del dominio otomano, la aldea de Zapalnia tenía fama por sus 120 alambiques para destilar aceite de rosa. En aquel entonces se encontraba en una encrucijada comercial muy importante. Por allí pasaba la vía que comunicaba Kazanlak con Edirne. A ambos lados de la misma había varias posadas.

Según un documento osmanlí de 1472, Zapalnia existía antes del siglo XIII pero bajo otro nombre. Hoy, sin embargo, de sus casitas coquetas y estrechas callejuelas polvorientas en que resonaban voces y risas de niños, martillazos artesanales y los cascos de los caballos de los viajeros, no queda nada, ni el recuerdo.

La de San Juan de Rila fue construida en 1895, en el lugar de otra iglesia de los siglos IV a IX. El hecho de que fuera consagrada a San Juan de Rila, patrón celestial del pueblo búlgaro, no frenó para nada a los funcionarios comunistas en los años de la Bulgaria socialista. A mediados del siglo pasado, de la capital se recibió la la noticia de que había sido resuelto que precisamente en ese lugar fuera construida una gran represa que juntara las aguas del río Tundzha. Al comienzo la gente local no se lo podía creer; luego quedó atónita ante la confirmación de la decisión. Remitió múltiples instancias, quejas y denuncias, organizó protestas pero todo fue en vano. Estaban predestinados.

En 1962 Zapalnia y las dos aldeas vecinas, Zhrebchevo y Dolno Panicharevo, fueron absorbidas en el sentido más literal de la palabra en una sola noche por la fuerza centrífuga de la enorme masa de agua del río, quedando bajo el agua para siempre. Sin embargo una partícula de aquel mundo, perdido para la posteridad, se niega a dejarse borrar por el tiempo y el agua. Es la antigua iglesia, que sobrevivió gracias a que había sido construida sobre una pequeña colina junto a la aldea.

Sus paredes carcomidas, sobre las que se asoma el azul del cielo, evocan en la imaginación del viajero la imagen de semblantes humanos llenos de desesperación o caras de niños llorando, cuya tácita imploración de ayuda se pierde allá en el linde entre el agua y el cielo.

Desde hace medio siglo la solitaria silueta de la iglesia flota cual un barco mudo en las tácitas aguas de la represa. En primavera el agua sube y la cubre a medias, y en verano a sus pies juguetean pequeñas olas.

A despecho de los elementos naturales y del olvido, sus paredes permanecen orgullosamente erguidas como si quisieran tocar el cielo. Dicen que fueron hechas por albañiles de la ciudad de Triavna. Si te fijas bien, verás pegadas a ellas pequeñas almejas y pequeñas piedras de río.

La de San Juan de Rila no es la única iglesia búlgara borrada de la faz de la tierra por el implacable ímpetu socialista que dio lugar a una serie de proyectos hidráulicos por todo el país. En los foros fotográficos podemos ver imágenes de las iglesias cubiertas por el agua de las represas Koprinka, Agosta, Lobos…

Cerca de las ruinas de la iglesia de Zhrebchevo se divisan, dispersas, varias cruces de piedra. Allí estaba el cementerio del pueblo. En aquel lugar había una estela conmemorativa de la aldea muerta que daba a la represa, en la que se podía leer: Aldea de Zapalnia, fundada en el siglo XV, despoblada y desterrada en 1962. Como podrán suponer, también esta huella ha quedado borrada. Simplemente la estela ya no está. Pocas personas recuerdan el valle, que hoy yace en el fondo de la represa, y sus pobladores, cada uno con su destino personal y sus esperanzas y desencantos.

No obstante, las tres aldeas desaparecidas siguen vivas en la memoria de los descendientes de sus pobladores. Cada año, en el día de San Juan de Rila, éstos se reúnen para rendir homenaje a sus ancestros y a su iglesia de antaño.

En otro orden de ideas, Zhrebchevo es un auténtico paraíso para los aficionados a la acampada salvaje, los pintores y los fotógrafos. Muchos de ellos acuden con frecuencia a este lugar en busca de la mejor luz para hacer fotografías o pintar.

Hoy las ruinas de la iglesia inundada  están sumidas en un silencio, cortado únicamente por el chapaleo de las olas, el silbido de la brisa jugueteando entre sus ventanas y puertas y… el balido de ovejas…

- ¿Puedo hacerle una foto a tu rebaño? - pregunto al ovejero que está llevando los animales a pastar sin hacer caso a la tempestad que se avecina.

- Y tú, ¿qué haces por estos lares  despoblados? - responde él.

- Me gustan el silencio, la iglesia inundada…

‘- ¿Y por qué te gusta? ¿No ves que no sirve ya para nada? Tampoco está nuestra aldea, la gente se marchó y se dispersó por el mundo, adonde los ojos la llevaron. Dios se olvidó de nosotros. Pronto nos iremos de este mundo y el recuerdo desaparecerá junto con nosotros…

Versión en español de Raina Petkova

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