Cada año desparece del mapa de este país por lo menos una aldea. Sólo en 2015, según datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística, el número de los pueblos borrados asciende a 164. La migración multitudinaria y generalizada a las grandes aglomeraciones urbanas o la emigración al extranjero aboca a miles de núcleos poblacionales al despoblamiento. El repique alegre de la campana pueblerina los días de fiestas desde hace ya mucho tiempo se ha quedado en el pasado, y su hoy en día vuelve a doblar, es para señalar que los habitantes del pueblo se quedan con uno menos. Sin embargo, como deseosas de alterar esta estadística estremecedora, cada vez más personas, cansadas de vivir a altas revoluciones, van buscando lugares olvidados en que el tiempo parece haber detenido su marcha.
Entre las personas que desean  darle la espalda al estrés y al bullicio de la gran urbe figura la actriz Irena  Néncheva. Su iniciativa  “Casa en  alquiler, sin alquiler” despierta el interés de familias enteras por las aldeas  búlgaras y mueve a sus integrantes a que retornen a sus raíces. 
¿Qué es lo que ha motivado a la actriz para hacerlo?
Yo misma, hace un año y medio, estuve  buscando una casa y vi cuántas casas desiertas había en la localidad en que me gustaba  adquirir una. En aquel momento se me ocurrió la idea de preguntarle a alguno de  los dueños que no vivían en la casa si acaso me dejarían residir en ella para mantenerla  sin pagar alquiler y cuidar de la misma y de su patio. Fui advirtiendo cuan  numerosas eran las casas desiertas en Bulgaria y me imaginé que en las mismas podían  alojarse personas de la ciudad con ganas de vivir en el campo y ser de utilidad  para el mantenimiento de estas edificaciones junto con sus dueños. Las  relaciones entre el dueño y el inquilino se encuentran reguladas en un contrato  en el cual se recoge en qué condiciones la casa es facilitada al inquilino. El  alquiler a pagar en la mayoría de los casos es simbólico. Dicho resumidamente,  la persona que vaya a vivir en la respectiva casa tendrá que cuidar de ella. Es  al dueño de la casa a quien corresponde decir en que han de traducirse estos  desvelos.
En un principio, la idea de Irena de mediar entre dueños de casas derruidas y gente deseosa de ponerse a vivir en ella iba siendo acogida con desconfianza y hasta con burlas. Sin embargo, poco después, la idea rindió sus primeros frutos y hoy gracias al grupo en Facebook y en el creado sitio web, más de 30 casas desiertas en todo el país han encontrado sus inquilinos que las mantienen y se sienten felices residiendo en ellas. A juicio de Irena, cuando la demanda y la oferta se encuentran no cabe hablar de una transacción, sino de una coincidencia de intereses. Una de las partes posee algo de que quiere deshacerse o de que no puede cuidar. La otra parte busca justamente algo de este tipo y para ella se trata de un reto largamente esperado. El llamado a las personas que recelan de la iniciativa es que no impidan que la misma cuaje porque el negativismo es lo principal que frena su materialización.
Muchas de las personas jóvenes ven  la vida en el campo como algo aburrido y bastante monótono. La actriz estima  que esto es así porque sus padres y la gente de su entorno han inculcado en los  jóvenes estas ideas y así éstos tienen embotados sus sentidos para poder captar  el ritmo auténtico de la vida en el campo. Para los jóvenes la pregunta importante  es si hay una rápida conexión de Internet, en vez de formularse otra de cómo  pasar varias horas fuera de la realidad virtual. Si por un instante dejan de  lado su móvil y aguzan los oídos posiblemente lleguen a escuchar sus risas  olvidadas en la infancia. Podrán así recordar cómo antaño solían pasar los  veranos en la casa de sus abuelos, jugando durante el día entero con los hijos  de los vecinos. Luego tal vez no vayan a tener ganas de irse de allá.
Aunque extraña a simple vista, la iniciativa “Casa en alquiler, sin alquiler” es útil e importante. Por medio de la misma, muchas de las aldeas despobladas contarán con la oportunidad de volver a colmarse de vida. Sus habitantes, por su parte, dispondrán de una causa y contarán con el aliciente para lograrla. Sólo hacen falta un poco más de confianza, deseos y humanitarismo para que esto pueda ocurrir.
Versión en español por Mijail  Mijailov
Fotos: “Casa en alquiler, sin  alquiler” 
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