Trece compañías cursaron el martes solicitudes de participación en la materialización del proyecto de una segunda central nuclear búlgara en Bélene, a orillas del Danubio. En un plazo de 90 días expertos búlgaros irán examinando las ofertas y dirán cuáles de los candidatos para las obras de construcción pasarán a formar parte de la lista breve para la celebración de negociaciones concretas, que deberán concluir dentro de un año, aproximadamente.
El proyecto de una segunda central nuclear búlgara es de unos 40 años y las peripecias que ha provocado semejan una auténtica saga. Tras no haberse acometido las obras en la época del socialismo debido al endeudamiento del Estado en los años de la democracia, la nueva instalación energética fue cobrando nuevamente actualidad. Las obras ora se iniciaban ora se suspendían, e incluso, tras un referendo nacional, el Parlamento llegó a imponer en 2012 veto sobre el proyecto. Se mantuvo aquél durante varios años, mientras las obras -que no habían llegado a nada concreto- se convirtieron en un solar gigantesco, dejado a la merced del destino y por todos olvidado.
Sin embargo, las autoridades en Sofía se han ido dando cuenta paulatinamente de que en ese extenso solar se habían invertido casi mil millones de euros y que tal cuantía no debería acabar desperdiciada. Hay más, y es que durante el mandato de uno de los gobiernos búlgaros, que cambian rápidamente, se pidió a la compañía rusa Atomstroyexport la fabricación de dos reactores de 1000 megavatios cada uno, con un coste total superior a los 600 millones de euros. El fabricante ruso, muy correcto y en consonancia con el contrato pactado hizo los reactores y los suministró a Bulgaria, a pesar del veto del Parlamento. Ha resultado así que este país dispone de reactores nucleares, los que no tiene dónde instalar, ya que en el solar de las obras no se hace nada. Al cabo de negociaciones largas y penosas, y tras un arbitraje internacional, las autoridades búlgaras pagaron con desgana el dinero a los rusos por el equipamiento que habían recibido y que incluso ahora se encuentra no desempacado en un almacén. Esto obviamente no podía seguir así puesto que los recursos invertidos en el proyecto, dizque congelado, había ascendido ya a la impresionante cuantía de 2000 millones de euros. Se requirió también la asistencia de los científicos de la Academia de Ciencias de Bulgaria a los que se les pidió decir si habría que construir o no la planta nuclear. Se buscaron, mientras tanto, clientes eventuales para la compra de los reactores rusos, sin especial éxito en ello.
En última instancia, el veto quedó revocado en 2018 y en Sofía resolvieron intentar hacer las obras de construcción de la planta nuclear pero sin invertir ni céntimo más de recursos públicos en ellas. Con esta intención se cursaron invitaciones a importantes compañía del sector nuclear, para atraerlas como inversores estratégicos para la central sin, eso sí, cualesquiera asistencia o bonificaciones por parte del Estado.
A estas alturas ya han trascendido los nombres de esas compañías y su elevado número, que suma 1,3 hasta ha dado una grata sorpresa a las autoridades búlgaras. Resulta todavía prematuro aventurar si el número 13 le traerá suerte a esta planta nuclear. No obstante, se cifran grandes expectativas para ello, a las que a simple vista no les falta fundamento. Siete compañías, entre ellas dos completamente búlgaras, una registrada en Alemania y otra búlgara con participación checa, integran los candidatos a inversores estratégicos de la central de Bélene. Así lo ha señalado Temenuzhka Petkova, ministra búlgara de Energía. Entre estas compañías descuellan los nombres de inversores en potencia extraordinariamente prestigiosos y poderosos en el sector nuclear: la Rosatom rusa, sin la cual no se puede hacer nada porque en definitiva es la que ha fabricado los reactores; la Corporación Atómica Nacional China CNNC; la Corporación Hidro-Nuclear Coreana Korea Hydro and Nuclear Power Co; etc. Como suministradores de equipamiento y en la estructuración financiera del proyecto, que no debe superar la cuantía de 10 000 millones de euros, prometen incorporarse los estadounidenses de la General Electric y los franceses de la Framatome, en tanto que Macedonia del Norte se muestra interesada en obtener participación minoritaria y adquirir electricidad de la futura central búlgara, lo cual es un paso hacia la materialización de la idea de Boiko Borisov, primer ministro de Bulgaria, de transformar esta planta nuclear en un proyecto balcánico. De semejante tenor ha sido asimismo la declaración de la ministra de Energía quien ha subrayado que “el proyecto de la planta nuclear de Belene reviste importancia para toda las región de los Balcanes”.
Cuesta decir si el proyecto de la central nuclear de Bélene será realmente llevado a la práctica. Es que en este terreno, además de dinero, se trata de geopolítica. No queda muy claro cómo será vista en Bruselas y Europa Occidental, al igual que allende el océano, una eventual planta nuclear china o rusa emplazada en Bulgaria, país miembro de la OTAN y de la UE.
Versión en español por Mijail Mijailov
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