Nos reunimos con Chris Zahariev con motivo de la publicación su libro "Piérdete a propósito". Es tanto un libro como un álbum de fotos, un cuaderno de viaje, un diario de recuerdos y un salto atrás en el tiempo, cuando empezó el viaje que cambió mi vida. Fui sin ningún plan concreto, pero en compañía de dos de mis mejores amigos y con todo un verano por delante, por los rincones más recónditos de Bulgaria, escribe Christian Zahariev, a quien todos conocen como Chris.
Chris tiene 21 años, estudia dirección de cine en la Academia Nacional de Teatro y Artes Cinematográficas “Krastyo Sarafov” (NATFIZ) y lleva más de cinco años publicando vídeos en su canal de YouTube. Comenzó con escenas humorísticas, pero a medida que crecía, lo hacían también sus ideas. Aunque no pretende influir en la gente, sino simplemente hacer lo que le gusta, en 2018 Chris Zahariev estuvo entre los ganadores de un prestigioso premio de BNR, precisamente por la exitosa serie web "Piérdete a propósito". El libro del mismo nombre también logra enviar un mensaje fuerte:
En el estreno del libro, un padre cuyo hijo aún no había nacido me dijo: “¿Puedes firmármelo? Le daré este libro cuando tenga 15 años, para que lo lea entonces”.
¿Pero cómo empezó todo? Tres jóvenes, Chris, Yasen y Stas, decidieron en su último verano como adolescentes hacer un viaje por el país: perderse a propósito, sin objetivos ni planes:
Un día, viajando en tren, miraba a las personas que me rodeaban en el compartimiento subir y bajar, y pensé en las historias interesantes que se podrían contar. Así explica Cris cómo surgió la idea. El tren pasaba por todo tipo de pequeñas estaciones que no me sonaban de nada y me preguntaba cómo sería viajar por pueblos desconocidos sin atracciones turísticas, museos ni famosos nacidos ahí. Pueblos donde generalmente no hay nada que ver. Qué tipo de personas viven allí y cuáles son sus historias. “Piérdete a propósito” fue un proyecto que me bullía por dentro.
Así, Chris y sus amigos "se perdieron" hace dos veranos. ¿Dónde? Ahí de donde huyen otras personas. Ahí donde solo quedan una docena de abuelas con seis vacas. Ahí donde el pan se trae solo los miércoles y viernes. Ahí donde no hay cobertura.
En su serie web, los tres jóvenes no solo hablan de los lugares, sino también de la gente de Bulgaria. Tal como son: aceptan, aman, a veces sufren, trabajan. Muestran una Bulgaria diferente que muy poca gente conoce porque no se sale en las noticias.
"Para mí personalmente, como director de proyecto, ir sin ningún plan fue un desafío porque podía no salir nada de él. Así que todos los días buscaba historias, pero resultó que cuanto más nos íbamos a donde nos llevaba el viento, más cosas interesantes pasaban, cuenta Chris.
Según afirma, la mayor lección que aprendió en ese viaje es que con un poco de fe todo cobra sentido. ¿Y el mensaje?
No creo estar predicando nada, señala Chris. Más bien comparto las experiencias personales de un joven de 21 años. Es una llamada a buscar la belleza, a ser curiosos y, por supuesto, a creer en los milagros.
Chris está resuelto a quedarse a trabajar en Bulgaria cuando se gradúe. Le bullen muchas ideas en la cabeza, por lo que siempre lleva encima un cuaderno donde escribe constantemente cosas nuevas. Le pregunto: ¿Qué es Bulgaria y qué nos falta? ¿Todavía nos quejamos de aquello de lo que cojeamos?
Con este viaje he demostrado una vez más que los búlgaros somos muy hospitalarios y estamos dispuestos a cuidar unos a otros. Hubo muchas personas que nos hospedaron sin conocernos en absoluto y que estaban dispuestas a darnos de comer y ayudarnos con lo que hiciera falta. Así que tenemos bondad, solo debemos encontrarla y conservarla porque es muy específica. Entonces, lo que nos falta es gustarnos tal como somos y centrarnos en las buenas cualidades que ya tenemos.
Y su deseo para todos nosotros es que pensemos más en las soluciones que en los problemas, y que no confiemos en quienes dicen que "Bulgaria no vale la pena" porque aquí pasan muchas cosas buenas.
Versión en español por Marta Ros
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