Por cuarta vez en el marco de menos de un año y medio los búlgaros acudirán a las urnas en un intento de elegir una representación parlamentaria que forme un gobierno estable. A pesar de que Bulgaria está a principios de la campaña electoral del voto parlamentario del 2 de octubre, los analistas ya vaticinan nuevas elecciones.
La campaña electoral comenzó con la caída del Gabinete de Kiril Petkov a finales de julio y con la designación de un gabinete interino por el presidente Rumen Radev. En la última Asamblea Nacional los escaños de los diputados estaban repartidos entre siete partidos. Ahora los candidatos de 22 partidos y seis coaliciones lucharán los 240 escaños y los resultados preliminares indican que el próximo Parlamento también será fragmentado ya que son al menos seis los partidos que tienen la oportunidad de superar la barrera del 4%.
Parece que nadie tiene la ilusión que logrará ganar una mayoría, lo cual sugiere la tesis de que no es importante quién salga primero, sino entorno a cuál de los partidos se formará un gobierno. Si son más los partidos que acceden a la Asamblea Nacional, será más difícil consolidar una mayoría parlamentaria. En esta situación es lógico pensar que desempeñarán un papel importante antes del voto los programas electorales de los participantes.
“La situación en que está Bulgaria mueve a pensar que el papel de los programas electorales será menos significativo en comparación con las elecciones anteriores. No podría ser de otra manera. Se espera que la participación electoral sea más baja que la participación de las últimas elecciones parlamentarias (40.5%). Esto significa que saldrán a votar los fieles votantes de los partidos, los núcleos duros y las personas que han decidido votar en el último momento.
Esto, por su parte, quiere decir que se votará siguiendo el esquema simplificado de “a favor” y “en contra”. Los programas electorales no desempeñarán un papel importante en este proceso independientemente de lo que recojan”, ha manifestado para la emisora regional de Radio Nacional en Shumen el doctor Ivo Indzhov, profesor de Comunicaciones Públicas de la Universidad de Veliko Tarnovo. En sus palabras, los programas electorales tendrán una importancia apenas cuando los partidos se sienten a la mesa de negociaciones para formar un Gobierno.
“Si se llega a la formación de un Gobierno éste tomará en consideración los puntos en común de los partidos que participarán en éste. Sin embargo, es mínima la probabilidad de formarse un Gobierno después del 2 de octubre, y si se llega a su formación éste no dispondrá de un horizonte muy largo para realizar los programas electorales”.
Si los ciudadanos dejan de participar en el proceso político y la participación cae al 20%, algo que es absolutamente posible, entonces será necesario enmendar la Constitución y la manera del gobierno del Estado, ha señalado el politólogo Toncho Kraevski, ante la emisora regional de Radio Nacional en Vidin.
En sus palabras, la república parlamentaria es una idónea forma de gobierno para Bulgaria ya que “es posible que todos los grupos de la sociedad sean representados a un nivel suficiente, sin que sea necesario recurrir a una violencia política. No estoy convencido si esto sería así si el régimen en Bulgaria fuera presidencial. En Bulgaria hay una larga tradición de regímenes personales”, ha recordado Kraevski.
“En su esencia, Bulgaria es una república semipresidencial porque hay un presidente elegido directamente por el pueblo que puede ejercer las llamadas competencias compartidas con el Consejo de Ministros. La república en Bulgaria es dinámica en tiempos de paz y en una situación normal es parlamentaria.
Cuando no se puede formar un gobierno parlamentario con el primer o el segundo mandato, el presidente tiene la facultad de designar un grupo parlamentario a su parecer que pueda coordinar en cierta medida y si es capaz a de ello, convertirse en arquitecto de una coalición. Si el Parlamento resulta inoperante entonces la república se convierte en una república presidencial para unos meses y el jefe del Estado designa al gobierno. Este es un instrumento constitucional muy ingenioso y muy apropiado para las peculiaridades de la sociedad búlgara”.
La sociedad está preocupada por la creciente inflación, la tensión en torno a los suministros del gas y la guerra en Ucrania, y las formaciones políticas deben esforzarse mucho para convencer a los ciudadanos que pueden sacar al país de la crisis. Teniendo en cuenta todos estos problemas políticos reales, los búlgaros se plantean la pregunta de si el tema del referendo y las enmiendas constitucionales es actual o es un intento de ganar votos para alcanzar el 4% indispensable para acceder a la Asamblea Nacional.
Versión al español de Hristina Táseva
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