Es ingeniera, vive en Kozloduy y le encanta viajar. Pero cuando le dijo a su marido que tenía intención de visitar Siria, él se negó tanto a acompañarla, como a dejar que la acompañara la hija de ambos. Sin embargo, esto no impide a Albena Roshkova hacer realidad su sueño de toda la vida. Durante mes y medio, Albena se dedica a investigar, consigue contactar con una agencia de viajes local, supera los obstáculos burocráticos, prepara minuciosamente cada pequeño detalle de su viaje y, un bonito día de octubre pisa por primera vez tierra siria. La recibe Bashar, un representante de la agencia de viajes, que la acompaña durante su vertiginosa aventura de 10 días por Siria. Actualmente, el país se está abriendo poco a poco al mundo, mientras recupera su turismo tras la guerra.
"Lo primero que me llamó la atención fueron las carreteras. Las habían reconstruido después de la guerra y están en muy buen estado, especialmente las autopistas. Luego, la gente nos recibió con los brazos abiertos. Se alegraron mucho de ver turistas, nos reconocían de lejos. Todos se paraban a charlar contigo. Algunos de los mayores habían visitado Bulgaria en su tiempo, y te decían: "He estado en Sofía", o en Plovdiv, o en Burgas... Se alegraban de ver búlgaros en sus tierras. Actualmente se está haciendo todo lo posible para reconstruir el país tras la guerra y tras el terremoto y, a pesar de la alta tasa de inflación y la crisis económica, yo veía a la gente esperanzada. En la ciudad de Homs, un niño me dijo en perfecto inglés: "No quiero dejar mi país pero me iré a estudiar en el extranjero para recibir una buena educación y después volver para ayudar a reconstruir Siria". Allí la gente tiembla y reza para que la guerra no se extienda en su región. Quieren que se tome una decisión definitiva, y que se ponga fin a este conflicto, que no haya más guerras - porque ya han pasado por eso y no desean que vuelva a suceder", explica Albena.
Durante su viaje, la búlgara descubre la verdadera cara de Siria, encuentra espíritus afines, se enamora de la gastronomía local y visita algunos de los monumentos más emblemáticos incluidos en la lista de la UNESCO. Algunos de ellos fueron destruidos por el Estado Islámico: "Vimos lo que quedaba del arco triunfal de Palmira y el Templo de Bel. Pero Palmira es una ciudad antigua enorme y hay muchísimo que ver, como el anfiteatro, que se ha conservado intacto", nos cuenta Albena. Ella visita también la antigua Ugarit, el lugar donde se descubrieron los primeros vestigios de escritura y la primera notación musical, camina entre los restos de la Ciudadela de Alepo, destruida por el terremoto, que actualmente está siendo restaurada.
"Visitamos, por extraño que parezca, más de 20 iglesias y tan sólo una mezquita. Esta es la Mezquita de los Omeyas, la mezquita central de Damasco. En ella se encuentra la capilla de San Juan Bautista donde dicen que se guarda la cabeza del propio santo. Esta es la única mezquita en la que ha entrado el Papa", comenta Albena. Y recuerda cómo allí, en la Iglesia ortodoxa "Santa Tecla" de Malula, la ciudad con la comunidad cristiana más grande, ocurrió algo que "le partió el corazón":
"Llegamos fuera del horario laboral y yo tenía muchas ganas de comprar iconos de esta iglesia para mi familia y mis amigos. Pero la mujer que guardaba la llave de la tienda era mayor y no le gustaba que le molestaran. Entonces Bashar le pidió a una de las monjas que nos ayudara. Ella nos llevó a su habitación, sacó su icono personal, el único que conservaba, que databa del año 1736, y me lo ofreció diciendo que no podía hacer más. Eso me conmovió tanto que no pude contener las lágrimas. Por supuesto, no acepté el icono - pero prometí que volvería con mi familia en horario comercial para comprar mis propios iconos. Ahí lo veis…Estas son personas que están dispuestas a hacer cualquier cosa por ti, sin más", resume así su emotivo viaje por Siria Albena Roshkova.
Fotos: Albena Roshkova
Versión en español: Alena Markova
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