El turismo rural va de la mano con el acercamiento a la gastronomía local de una región.Y la región de la ciudad búlgara de Kyustendil (suroeste de Bulgaria) es una mina de oro en este sentido. Por eso los tours gastronómicos en esta parte de Bulgaria se están volviendo cada vez más populares. Los turistas visitan pequeñas granjas o hacen parada en la casa de una lugareña, que les muestra los secretos de la cocina regional kyustendilense, basada en antiguas recetas que han ido pasando de generación en generación.
“Durante la visita los huéspedes tienen tiempo de charlar con la gente local, “ponerse en sus zapatos”, conocer más sobre la historia del pueblo y sobre sus costumbres, e integrarse en ese ambiente auténtico”, nos cuenta Gergana Kabaivanova, directora de una plataforma online de turismo gastronómico y rural. En el centro del pueblo de Razhdavitsa, por ejemplo, está situado un pequeño complejo etnográfico donde la cooperativa local recrea los oficios, las costumbres y las tradiciones culinarias de la zona.
Y, ¿cuál sería la especialidad culinaria más extendida de la región de Kyustendil?
“Desde el punto de vista culinario, allí hay productos excelentes. Y el rey es el zelnik de Kyustendil (tipo de banitsa rellena de repollo u otras verduras de hoja verde), que se prepara con dos tipos de relleno y tres pliegues diferentes de la masa, y se hornea tradicionalmente en horno de leña”, cuenta Gergana Kabaivanova. “Es un plato búlgaro sin igual. La gente lo llama “zelnik” (en búlgaro “zeleno” - “verde”) porque se prepara con todo tipo de hortalizas de hoja verde. El centro de esta banitsa consiste en una “cúpula” de masa filo, que esconde en su interior un jugoso relleno verde (en su versión de temporada de invierno, al relleno se le añaden también pimientos y tomates). Alrededor de este centro se despliega la periferia del zelnik, a modo de flor, formada por la misma masa, plegada en abanico y rellena de una mezcla de huevos y queso blanco búlgaro en salmuera. De manera que en un trozo se saborean y combinan dos sabores diferentes. El propio ritual que rodea esta banitsa es muy importante incluso a día de hoy porque está relacionado con la calidez y la complicidad de la comunidad local”.
Los turistas participan con entusiasmo en la preparación de esta especialidad, prefiriendo normalmente la parte de amasar y enrollar las láminas de masa, en lugar de cortar la carne o las verduras. La zona también es famosa por la producción de la tradicional bebida llamada “bozá”, que suele tomarse en acompañamiento de la banitsa. En el taller de bozá del pueblo de Razhdavitsa se hacen demostraciones de cómo es preparada esta particular bebida a la antigua usanza. Y además:
“Encontramos también otros platos representativos muy peculiares como el skrob - una receta antigua con versiones de lo más diferentes - que en esta región se prepara con pan de maíz. El pan se hace migas, se cubre de queso, mantequilla y en algunos lugares azúcar, aunque esa es una opción más reciente, ya que el azúcar está presente en la cocina búlgara desde una época relativamente reciente. En la zona se preparan otros muchos platos curiosos, que la mayoría de los propios búlgaros desconocen”, explica Gergana Kabaivanova.
En la pequeña granja del pueblo Blatets, los turistas aprenden a preparar sólos su propio queso casero, mantequilla o yogur. En el pueblo de Eremía, por otro lado, hornean pizzas integrales en un horno centenario, llamado "tabán". Allí aprenden también a hacer pan artensano de antiguas variedades de trigo, a moler harina o preparar levadura madre de diferentes tipos de grano. Las lugareñas enseñan cómo se hornea en un horno de suelo, en uno de carbón o en los antiguos hornos de ladrillo.
En el pueblo de Razhdavitsa el gran pintor búlgaro Vladimir Dimitrov-Maistora, creó uno de sus retratos más famosos de mujeres búlgaras vestidas en trajes regionales de Kyustendil, sobre el fondo de los cerezos repletos de fruta. De ahí es de donde nació la idea de hacer sesiones de fotos a los huéspedes, vestidos de trajes tradicionales e imitando esos cuadros, ya mundialmente famosos.
“En la región hay una naturaleza increíblemente hermosa y variada - y eso combina de maravilla con el turismo culinario”, comenta Kabaivanova y añade:
“Por supuesto, algo que también merece la pena visitar son las fuentes de agua mineral. En los alrededores hay unos cuántos pequeños hoteles con SPA, que incluyen en su oferta baños en las piscinas de agua mineral. Y a mi personalmente me gusta mucho el viaje a Kyustendil en tren desde Sofía, desde donde se puede contemplar todo este paisaje verde y espléndido de la región en torno al paso de Zemen. El viaje dura unas 2 ó 3 horas”, concluye así su relato Gergana Kabaivanska.
Autor: Veneta Nikolova
Versión en español: Alena Markova
Fotos: Facebook/Gergana Kabaivanova, pendara.bg
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